Hace ya más de dos décadas, organismos internacionales como la OCDE y la propia Comisión Europea pusieron en marcha cambios sustanciales en los sistemas educativos. Lo hicieron en base a la dimensión social, política y económica que “anticiparon” sus principales actores. Los «contenidos» o «saberes», ocupan hoy otro lugar. 

 

Los desafíos del futuro son tan inciertos como preocupantes y los poderes públicos están en la obligación de hacerles frente de la mejor manera posible. Los sistemas educativos son la base para dotar de los instrumentos necesarios a las próximas generaciones. En nuestro país se está desplegando la LOMLOE, una nueva ley que impulsa la educación por competencias y que suscita tantas adhesiones como recelos.

La Fundación Episteme ha querido dedicar el último webinar de 2021 a «El currículum LOMLOE«, empleando su versión en latín, que significa «carrera». Una carrera más propia de obstáculos a la hora de conseguir el consenso entre los principales actores educativos y sociales de lo que cabría esperar. Una carrera que comenzó su entreno hace más de veinte años y que parece estar llegando a su meta.

Ninguna ley en nuestro país ha logrado nunca unanimidad. La LOMLOE, ha generado una mayor cantidad de titulares en medios de comunicación, ha levantado discrepancias entre intelectuales de la propia izquierda, ha abonado el desconcierto de una parte del profesorado y sitúa el futuro de los alumnos en el incierto interrogante sobre su adaptación al nuevo mercado profesional, puesto que requiere de una constante revisión para adecuarla a los cambios y a las nuevas exigencias.

Para exponer los pros y los contras de este nuevo currículo, el seminario de debate educativo Fòrum Episteme ha contado con la participación de Juan López Martínez, inspector Central de Educación y de Francisco López Rupérez, director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela. Ambos con una acreditada experiencia en políticas educativas.

 

Contenidos ¿y/o? competencias

El currículo es el eje fundamental donde se concretan las concepciones, objetivos y desarrollo de un sistema educativo. De él depende el futuro de las próximas generaciones. Está inevitablemente ligado al contexto social, político, cultural, ideológico y económico en el cual se enmarca. La LOMLOE ha modificado sustancialmente el tradicional enfoque educativo, basado en contenidos, para apostar por un modelo más competencial. Según su articulado, «El currículo viene definido en la LOMLOE por “el conjunto de objetivos, competencias, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación de las enseñanzas reguladas en la Ley”» (Artículo 6.1).

Para Juan López, la LOMLOE no efectúa cambios significativos en la estructura académica de nuestro sistema educativo, pero sí supone » un cambio en profundidad en la orientación del currículo, en su concepción y en su aplicación en el aula, desde la transversalidad del tratamiento de las materias y la atención a la diversidad». Partiendo del principio competencial de esta nueva ley, que elimina la evaluación por «estándares de aprendizaje» de su predecesora, la LOMCE, y que estaban referidos fundamentalmente a contenidos, Juan López subrayó: «Creemos que el actual [currículo] es muy disciplinar y enciclopédico, con demasiados conocimientos, a veces inabarcables, fragmentados y descontextualizados, en el que se priman los contenidos académicos sobre los procedimientos aplicables o las competencias básicas. Un currículo rígido de difícil adaptación a las heterogéneas necesidades del alumnado, dificultando en consecuencia la inclusión efectiva».

Pero atendiendo a este cambio en profundidad referido al currículo, ¿se trata de un enfoque innovador y progresista, tal y como plantean sus artífices? Respecto al orden de prioridades, ¿prevalecen las competencias en detrimento de los contenidos? ¿Pueden lograrse destrezas, actitudes y valores suprimiendo itinerarios o liquidando asignaturas como la Filosofía?

«El enfoque del currículo por competencias constituye un movimiento internacional que en el plano institucional arranca con el comienzo del presente siglo y lo hace de la mano del proyecto DeSeCo (Definición y Selección de Competencias), de la OCDE«, recordó Francisco López Rupérez. Proyectado a finales de 1997, bajo el liderazgo de Suiza y conectado con PISA (1997-1999), supuso un esfuerzo multilateral que reunió a expertos de una amplia gama de disciplinas, no solo a actores políticos, sino también a académicos y a técnicos. Alineado con el concepto lifelong learning (aprendizaje permanente), también para adultos, fue diseñado para identificar los desafíos universales de la economía global y en su planteamiento se consideró que los resultados deseados en educación son más amplios que la adquisición de conocimientos relacionados con las materias tradicionales enseñadas en la escuela y que la idea de competencias va más allá del contexto escolar.

Diapositiva aportada por Francisco López Rupérez

En este sentido, la LOMLOE propone «un currículo que incluya nuevos aprendizajes, no solo contenidos, sino también destrezas, actitudes y valores», comentó Juan López. Y, tal y como presentó López Rupérez, DeSeCo definió en 2001 el concepto de competencia: «El desarrollo sostenible y la cohesión social dependen críticamente de las competencias de nuestra población, entendiendo por competencias el conocimiento, las habilidades, las actitudes y los valores«. Años después, en 2018, la propia OCDE definiría el marco de la Agenda 2030 para el aprendizaje. Su concepción será recogida por la propia Unión Europea, que en 2006 definirá el marco de referencia y que será modificado parcialmente en el año 2018. Un marco más complejo en su estructura básica que el anterior, en opinión de López Rupérez.

Diapositiva aportada por Francisco López Rupérez

 

Enfoque genuino frente a la adaptación actual

Pero ¿Cómo adopta España este nuevo enfoque por competencias a través de sus respectivas leyes educativas? Según revisó López Rupérez, la legislación española introduce el enfoque del currículo por competencias en el preámbulo de la LOCE ya en el año 2002, aunque sin un desarrollo explícito todavía en su articulado. Será en 2006, con la LOE, donde se introducen las competencias en la propia definición de currículo con un cierto desarrollo. La LOMCE (2013) entrará de lleno en ellas y culminará en el 2020 con la LOMLOE.

Para López Rupérez, y en función de la definición por competencias realizado por el psicólogo social estadounidense Bernard Weiner en 1999, coincidiendo con el proyecto DeSeCo, el enfoque competencial propuesto por la OCDE conlleva muchas más definiciones asociadas al ámbito de lo cognitivo: «El doble de la extensión que dedica al ámbito de lo personal y social», destacó. Algo que contrasta con los objetivos de la LOMLOE expresados por Juan López: «Se trata de dar paso de un aprendizaje acumulativo, básicamente memorístico, a otro que permita que el alumnado adquiera las competencias necesarias para vivir, de manera responsable, crítica y constructiva en una sociedad en evolución permanente».

Para López Rupérez, «en la visión internacional del enfoque por competencias, el conocimiento desempeña un papel clave» -afirmó tras citar el conocido informe de Jacques Delors La educación encierra un tesoro, presentado por la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI ante la UNESCO en 1989-. «Esa idea de saber hacer que está detrás del concepto de competencias requiere, indudablemente, asentar el papel esencial del conocimiento en la educación española (…). Así, sin una comprensión profunda de los conceptos, fenómenos y procedimientos, es imposible desarrollar ese saber hacer, que acompaña la noción de competencias», apostilló.

 

Controversia ideológica

López Rupérez, citando a Goñi, profesor de la Universidad del País Vasco, quiso destacar una de sus valoraciones: «El discurso de las competencias dice que lo importante no es el conocimiento, sino su uso en determinados contextos«, (2008). Y también quiso referirse a una visión de la izquierda pedagógica española, que diferenció como izquierda ilustrada, y que en palabras de Juan Carlos Tedesco, afirma que los nuevos modelos de producción requieren de las mismas capacidades para ser un buen ciudadano al igual que ocurre en el ámbito escolar.

Al respecto, Juan López apuntó que «se trata de un cambio de cultura de enseñanza-aprendizaje que, además, no implica modelos únicos (…) Lo que hay que tener presente siempre, eso sí, es el perfil competencial establecido al que debe llegar cada alumno al final de cada etapa. Lo que hemos definido como «perfil de salida». Para López Rupérez en ese «perfil de salida» «se subordinan los conocimientos a las actitudes». Aunque no son propiamente estándares de aprendizaje, se adscriben a la genealogía conceptual, y conforme a la definición de la OCDE especifican qué deben saber y saber hacer los alumnos al concluir un ciclo o etapa formativa.

Sobre los criterios de evaluación, Juan López señaló que «se establece que la evaluación se realice sobre el nivel alcanzado en la adquisición de las competencias básicas, definiendo un «perfil competencial» del alumnado al terminar su etapa obligatoria con la suficiente flexibilidad. En cambio, para López Rupérez, los criterios de evaluación «poseen un carácter orientativo y, son por ello, de difícil interpretación a la hora de determinar, de un modo inequívoco y no ambiguo, los desempeños de los alumnos al concluir la enseñanza obligatoria».

Para López Rupérez otro error conceptual es incorporar a los saberes básicos, actitudes y valores «que no son saberes. Los saberes aluden básicamente a conocimientos», precisó. Y citó otra, a su juicio, de las contradicciones de la LOMLOE: los llamados «descriptores operativos», que poseen -según su opinión-, una escasa orientación operacional, así como «un solapamiento entre categorías clasificatorias que las hace, en ocasiones y en términos prácticos, difícilmente distinguibles».

 

La LOMLOE y su futuro próximo

«Las Administraciones educativas y el propio Ministerio revisarán periódicamente los currículos para adecuarlos a los avances del conocimiento, así como a los cambios y nuevas exigencias de su ámbito local, de la sociedad española y del contexto europeo e internacional. Para lo que se creará en la estructura orgánica del Ministerio de Educación y Formación Profesional una unidad, el Instituto de Desarrollo Curricular, lo que a mi juicio es una extraordinaria e importantísima novedad», dijo Juan López.

Pero J. López también se refirió a otros elementos que condicionan el proceso de enseñanza aprendizaje que se desarrolla en los centros escolares tales como: la autonomía de los centros, el modelo de profesión docente, los sistemas de evaluación, las funciones de la inspección, las relaciones con el entorno y la participación de las familias. «Sólo estimulando la alianza del profesorado para su implicación en el proceso de cambio que significa el nuevo currículo, el cambio será efectivo. Con el voluntarismo del profesorado, no será suficiente«, concluyó Juan López. Por contra, López Rupérez predijo que «con el inicio de este nuevo ciclo, España habrá perdido más de 15 años en el proceso de modernización de su educación básica en materia curricular».

 

Juan López Martínez. Inspector Central de Educación del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Vocal asesor del Gabinete de la Secretaría de Estado de Educación y FP. Anteriormente fue subdirector general de Ordenación del Ministerio de Educación. Encomienda con Placa de la Orden de Alfonso X el Sabio. Palma Académica del Gobierno de Francia. Cruz del Mérito Civil con distintivo Blanco del Ministerio de Defensa

Francisco López Rupérez. Doctor en Ciencias Físicas. Director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela. Anteriormente fue presidente del Consejo Escolar del Estado y Consejero de Educación en las Delegaciones Permanentes de España ante la OCDE y la UNESCO. Premio Nacional de Innovación e Investigación Educativa. Gran Cruz de la Orden civil de Alfonso X el Sabio.

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