Informativamente cualquier noticia puede ser fácilmente comprendida a través de la técnica de la escuela periodística norteamericana conocida como las «5W»: Qué (What) ha sucedido; Quién (Who) son sus protagonistas; Dónde (Where) ha sucedido; Cuándo (When) ha sucedido; y Por qué ha sucedido (Why)». Las 5W fueron establecidas por el retórico griego Hermágoras de Temno, de la escuela de Rodas.

 

Pascual Gil Gutiérrez, profesor de Historia y Geografía

Pascual Gil en Redes Sociales:

 

 

What: ¿Qué ha sucedido con la Educación?

Tal y como les ha pasado a todas las instituciones decimonónicas que vertebraron los estados-nación, y que en origen tenían un importante poso ilustrado y humanístico, a la escuela se la induce a entrar de lleno en las lógicas que impone este sistema socioeconómico neoliberal que, sin contestación alguna, se ha alzado como lo “natural”, “lo que hay”, como una especie de divinidad que establece el tablero y las reglas de juego. En esas lógicas, a la escuela le corresponden dos papeles que difícilmente se pueden compatibilizar con su supuesta función original de formar ciudadanos autónomos y críticos. El primero es convertirse ella misma en un lucrativo y llamativo producto más del mercado, de ahí que la haya asaltado un vocabulario donde destacan: competencia, productividad, rankings, liderazgo, marketing, innovación… El segundo, de manera acusada, es ser instrumento al servicio de la ingeniería social de turno, encargándose de transmitir los nuevos valores y paradigmas que promociona el sistema para conformar sujetos adaptados y adaptables, acríticamente, a la realidad material impuesta. En este último sentido, en la escuela se habla cada vez menos de saber y más de espíritu emprendedor, resiliencia, flexibilización, adaptación al riesgo y la incertidumbre, aprender a ser, marca personal, gestión emocional…

Who: ¿Quiénes son sus protagonistas?

Si bien deberían ser docentes y discentes compartiendo conocimientos y buscando verdades en un marco legislativo estable y basado en la evidencia, lo cierto es que el protagonismo educativo recae cada vez más sobre organismos internacionales antidemocráticos y de carácter económico, tales como la OCDE. También cobran protagonismo los gurús o supuestos expertos que, con el relato hegemónico siempre en la boca y con un fuerte respaldo mediático, empresarial e institucional, se dedican a hacer diagnósticos manidos y escleróticos, llenos de tópicos, de la realidad educativa. Tras estos diagnósticos, que suelen arrojar resultados catastróficos, sobre todo en lo relativo a los docentes (vocación, implicación, metodología, motivación, formación…), nos venden su libro, su “visión” o su método milagroso para curar los males. No obstante, estos “expertos” suelen mantenerse a una distancia más que prudencial de las aulas y las tizas y dirigen su masterclass (no lo llamemos “clase magistral”, que se enfadarán) a un público ya adulto y deseoso de respuestas.

Adicionalmente, también están tomando protagonismo en la educación las grandes empresas y las tecnológicas. Como ya he dicho, la educación y la escuela deben convertirse en un producto más que genere beneficio privado en el mercado. De ahí que Google, Apple, aulaPlaneta e incluso Amazon metan cada vez más la cabeza dentro de las aulas. Extraen dinero público a raudales, venden sus productos y, de propina, se llevan millones de datos.

Where: ¿Dónde ha sucedido?

Yo creo que es una tendencia internacional, pues está pilotado (o al menos se intenta pilotar) desde organismos internacionales. No obstante, es evidente que se circunscribe más a lo que llamaríamos “mundo occidental”, donde la crisis ideológica de la modernidad y la Ilustración, por un lado, y la llegada de un estadio socioeconómico posindustrial (y globalizado), por otro, han puesto patas arriba todo, más aún teniendo que competir (muchas veces a costa de precarizar el mercado laboral) con un “mundo oriental” potentísimo y aún hoy logocéntrico.

Sin embargo, para ser justos, habría que ir país a país y a veces, incluso, región a región. Dentro de los occidentales, por ejemplo, se muestran mucho más reacios a desmantelar su sistema educativo aquellos países que aún cuentan con un potente sector industrial o con un modelo productivo que se alimenta del conocimiento y la investigación. En nuestro caso, me temo que se nos presenta un horizonte negro. España ha optado por (o se le ha impuesto) un modelo productivo de baja cualificación, terciarizado en su vertiente más banal, sujeto a estacionalidad, volátil ante cualquier eventualidad (véase la pandemia) y que condena a la mayoría a la precariedad o al paro intermitente. ¿No dijo el ministro Méndez de Vigo (PP) que “en España hay demasiados universitarios”? ¿No dicen las ministras del PSOE que la escuela debe adaptarse a lo que pide el mundo laboral? Pues eso, están diciendo lo mismo con distintas palabras.

When: ¿Cuándo ha sucedido?

Yo diría que en las últimas décadas del siglo XX con la semilla plantada y mimada por el ya mítico dúo Thatcher-Reagan, aunque con especial énfasis en los 90, tras la caída del Muro y de la URSS, que, con más o menos tino (algo que no toca discutir aquí), daban testimonio material, algo realmente existente, de que había otra posibilidad de organización socioeconómica. Desde entonces, no ha habido alternativa y todos, individuos e instituciones, se han tenido que someter. Se han normalizado el “crecer por crecer”, el llamar a las personas “capital humano”, el medirlo todo en términos de productividad, rendimiento y utilidad, el desmantelar servicios públicos, el llamar libertad no a la autonomía intelectual y material, sino a la capacidad de consumir, o el afirmar sin tapujos que la escuela se debe someter a lo que demande el mercado en cada momento. Reforma tras reforma educativa, estos nuevos valores no hacen hecho sino consolidarse.

Why: ¿Por qué ha sucedido?

Afirmaría que por multitud de factores. En primer lugar, porque parece que los estados han renunciado a su “soberanía educativa”, siguiendo a rajatabla recetas que vienen ya hechas desde arriba y que para nada son neutrales. En segundo lugar, porque hemos olvidado cuál es la función social de la escuela, que se supone era formar científica y humanísticamente a todos aquellos llamados a ejercer la ciudadanía de manera autónoma y crítica (y esto no es incompatible con engranar con el mercado laboral, ni mucho menos). En tercer lugar, porque no se ha puesto coto a la pseudociencia ni se ha evaluado el resultado de la aplicación de las distintas reformas, hasta el punto de que les estamos encargando la “educación del futuro” a los mismos “visionarios” desde hace 30 años (el caso de César Coll es sangrante, por ejemplo). Por último, y aquí hago autocrítica, la izquierda lleva décadas a por uvas en lo educativo, comprando y haciendo suyos los discursos más alienantes, haciendo de guardia roja de los intereses del capital en la práctica, sin percatarse de que la formación rigurosa de los hijos de la clase trabajadora es requisito indispensable para su efectiva emancipación.

Más información:

El diario de la Educación (2021)

El diario de la Educación (2020)

2 COMENTARIOS

  1. Acabo de descubrir al autor a través de un crowfunding en el que he participado y no puedo estar más de acuedo con él. No es éste sitio ni momento para escribir largo y tendido sobre el asunto – y el desastre- de la educación en España y más concretamente en nuestra comunidad levantina, pero al menos quiero dejar constancia de que no estás ni mucho menos sólo, Pascual. Y que, desde mis primeros días como jubilado después de 46 años en la educación a través de todos los niveles, me alegra ver que siguen existiendo personas progresistas motivadas por el engaño a que nos someten. Como vivo en Alicante, intentaré ponerme en contacto contigo para charlar y contrastar ideas. Un saludo cordial

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