El «conocimiento poderoso» se reivindica en Valencia

«Fue crítico, sí, y sin concesiones a la galería, pero siempre y en todo momento dichas críticas lo fueron solventemente amparadas en el conocimiento poderoso, ése que las autoridades educativas y sus agentes pedagógicos quieren erradicar de nuestro sistema educativo, reemplazándolos por «mantras» como la «inteligencia emocional».

 

Xavier Massó @XmaSecundaria

Algunos bromeaban en los previos al comienzo, mientras la gente se saludaba o se reconocía ante la sede de UGT, diciendo que aquello iba a parecerse a un encuentro de twitteros, blogueros y facebookers. Una broma inteligente, de aquellas que el propio que la emite sabe, con la complicidad de los que asienten, que no es verdad; que se está diciendo para no hacerse demasiadas ilusiones y quitarle importancia a lo que ya se estaba viendo que la iba a tener… y mucha.

El congreso estaba organizado por un grupo de profesores valencianos que recientemente habían constituido la Asociación OCRE, que se lo han currado de verdad –Irene, María, Javier, Pepe…-, algo de lo que puedo dar fe por haber colaborado modestamente con ellos desde la Fundación Episteme, una colaboración de la cual, la verdad, más tenemos nosotros que agradecerles a ellos –por habernos ofrecido la oportunidad de participar en este evento-, que ellos a nosotros. Vaya de nuestra parte, en nombre propio y en el de la Fundación Episteme, nuestro más sincero agradecimiento y enhorabuena por la iniciativa. Se lo tienen sobradamente merecido.

Muy pronto se pudo comprobar que el acto no iba a tener nada de reunión folclórica de twitteros extravagantes ni de profesores chiflados. El acto comenzó con una conferencia magistral del profesor Juan Quílez, catedrático de Física y Química, quien puso los puntos sobre las íes en el desenmascaramiento de la jerga STEM y la parafernalia de que suele ir acompañada, a la cual subyace un modelo empresarial de concepción puramente instrumental de la ciencia. Y lo hizo con rigor científico, con método y con tono profesoral, en el sentido más noble de este término. Si alguien esperaba un comienzo «ligero» para ir entrando en onda, se debió llevar un desengaño: fue toda una zambullida que marcó la línea de lo que iba a ser el tono general de la jornada en sus sucesivos formatos.

Luego vinieron las mesas de debate y los participantes con sus ponencias. Muchos de ellos –quien esto suscribe, entre otros-, venían de fuera de Valencia, invitados por la organización: Madrid, Castilla-La Mancha, Cataluña… combinados con profesores de la propia Comunidad Valenciana; todos, unos y otros, docentes con publicaciones y reconocimiento acreditado en materia educativa y, a la vez, de muy amplio arco generacional: desde algunos que apenas alcanzaban la treintena, a otros en edad más avanzada y, en algunos casos, ya jubilados. Hay relevo generacional, y de contrastada calidad, entre los tan denostados «profesaurios». Ergo, hay esperanza.

Cada mesa de debate versaba sobre un tema relacionado con la educación, sobre el cual trataban introductoriamente cada uno de los participantes con una breve ponencia de 15-20 minutos, para entrar luego en el debate y el intercambio de opiniones, con la participación de los asistentes. Fueron en total cuatro mesas con otros tantos temas: «Políticas y soberanía educativa», «Innovación educativa. Diversidad metodológica y organizativa», «Medios de comunicación y difusión de la información. Pseudociencias en educación» y «Nuevos currículos. Visión de los especialistas docentes». En total, 20 ponentes, todos ellos de las más variadas especialidades; la mayoría de Secundaria, con algunos de Primaria y de Universitaria. En definitiva, la docencia en pleno, en toda la extensión del término. Y un día muy intenso.

Mentiríamos si dijéramos solamente que fue un congreso «crítico» con el sistema educativo actual –por igual de desvencijado en la mayoría de las CCAA- y con las políticas educativas y los modelos pedagógicos que se imponen desde los poderes públicos. Y decimos que estaríamos mintiendo porque fue mucho más que eso. Fue crítico, sí, y sin concesiones a la galería, pero siempre y en todo momento dichas críticas lo fueron solventemente amparadas en el conocimiento poderoso, ése que las autoridades educativas y sus agentes pedagógicos quieren erradicar de nuestro sistema educativo, reemplazándolos por «mantras» como la «inteligencia emocional», los «aprendizajes basados en proyectos», el abandono de los contenidos de conocimientos y una vorágine propagandística «innovadora» que no resiste el análisis mínimamente riguroso, ante el cual se nos muestra en toda su vacuidad, como el modelo de un sistema educativo concebido como la proyección del sistema neoliberal sobre la educación, entendida como un producto de mercado más, mercantilizado como cualquier otro…

Se habló, se debatió y se propusieron alternativas. Y todo esto no lo llevaron a cabo burócratas alejados del aula, que desconocen su realidad y las especialidades académicas que con sus desmanes están erradicando, sino docentes con las respectivas titulaciones universitarias que los acreditan para su impartición, con conocimiento y experiencia sobradamente acreditadas, en defensa de un sistema educativo que verdaderamente forme a las futuras generaciones de una sociedad que queremos mejor que la actual, pero en cuya tradición hemos de basarnos para poder avanzar.

Como suele ser habitual en este tipo de eventos, brillaron por su ausencia los medios de comunicación, los mismos que una semana antes habían cubierto hasta la saciedad un encuentro educativo «oficialista» con ministras, consejeros, pedagócratas y toda la recua de correveidiles al caso. Allí sí estuvieron y se esmeraron con un tesón digno de mejor causa; aquí no. ¿Por qué será?

Pero no consiguieron ningunearlo. La información en las redes corrió como reguero de pólvora, y más aún correrá cuando los compañeros de OCRE cuelguen los vídeos del acto en la red. Muchos estamos ya esperándolos, expectantes, para empezar a darles toda la difusión que merecen. Ahora, de lo que se trata es de que se sienta implicada la gran estafada: la sociedad; una sociedad desinformada por décadas de intoxicación propagandística que ya no puede esconder sus insuficiencias ni el engaño sobre el que se ha construido el relato amable que se le está vendiendo.

Enhorabuena a Ocre y a todos los participantes, organizadores y ponentes. Desde la Fundación Episteme nos sentimos orgullosos de haber tenido la oportunidad de participar y colaborar. Y lo seguiremos haciendo. Hay mucho trabajo por delante.

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Xavier Massó es presidente de la Fundación Episteme y catedrático de secundaria por la especialidad de Filosofía. Autor del libro ‘El fin de la educación’. 

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