
Una vez más, y ya van trece, el sindicato Professors de Secundària y la Fundació Episteme han organizado un simposio sobre educación -esta vez concentrado en una sola jornada el sábado 29 de noviembre-, reuniendo a cuatro destacados ponentes que, desde campos y visiones diferenciadas, han confluido en torno a una de las consecuencias que la oleada reformista y las nuevas pedagogías han provocado en el mundo educativo, en nuestro país, y allí donde se estén aplicando, a saber, la caída de los contenidos curriculares que pone en peligro el conocimiento.
Ante un nutrido auditorio de profesores que sufren a diario el catastrófico vaciado de sentido de la tarea educativa, cuando ésta conlleva enseñar, sin el rigor ni el criterio lógico y estructurado del conocimiento, materias asoladas por la sistemática reducción de contenidos, a la que se ven abocados por las medidas de las autoridades educativas y los colectivos pedagogistas que los asesoran, cuatro voces de mundos tan diversos como los de la teoría de la educación, el periodismo, la filosofía y la climatología han defendido la importancia de impartir contenidos de conocimiento en las aulas, si lo que se quiere es no desmaterializar el mundo (Bianca Thoilliez), no debilitar la democracia (John Carlin), recuperar la virtud y el autodominio personal a través de la ética clásica (Damià Bardera) y huir de la desinformación manipulativa de los medios y las multinacionales de la energía (Francesc Mauri), un sensato programa de dignificación de los saberes que tradicionalmente han fortalecido a la sociedad, dotándola de mecanismos de defensa contra la ignorancia, la falsedad y el interés espurio.
Resultó especialmente grata la ponencia de la profesora de Teoría de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid Bianca Thoilliez, quien, recuperando la voz de Hannah Arendt y su Amor Mundi, nos alertaba del peligro de que la escuela, despojada de contenidos para enseñar, deje de ejercer la responsabilidad adulta sobre el mundo que le ofrece al alumno, al cual hoy, además de conocer, se le requiere que actúe, convirtiendo las cosas en instrumentos para su libertad, que ya no encuentra la opacidad ni la resistencia que aquéllas le ofrecían, despertando la curiosidad que estimulaba el entendimiento y revalorizaba el mundo, dotándolo de sentido, sino que lo desmaterializa hasta hacerlo desaparecer, transmutado en una realidad virtual de adicciones y deseos, a mayor gloria del ego del alumno híper-protegido. Al desterrar el conocimiento de las cosas del triángulo didáctico que caracterizaba tradicionalmente a la escuela, y al reducir la transmisión a una relación biunívoca entre profesor y alumno, que sitúa a este último en el centro de la interacción -pidiéndole activamente la re-construcción del mundo-, no sólo se pierde el elemento común (las cosas entendidas como obras, conceptos, fenómenos que configuran la tradición cultural), sino también la responsabilidad que la escuela tenía sobre el mundo, que Arendt (y también Thoilliez) entiende como una categoría política, esto es, la condición de posibilidad de sostener una realidad compartida como base de todo ejercicio de libertad humana.
La segunda ponencia del día, a cargo del conocido periodista británico John Carlin, se convirtió en una amena digresión, acertadamente conducida por las preguntas de David Rabadà, que supo crear una atmósfera cálida y próxima desde donde el ponente ilustrara, a partir de su dilatada experiencia como reportero y columnista, una visión de la centralidad de la educación como medio para fortalecer la calidad democrática de las sociedades. En esta apuesta educativa como remedio ante las fragilidades y debilidades del presente democrático, amenazado por las manipulaciones y sesgos de las redes y las Inteligencias Artificiales, así como por los liderazgos populistas y demagógicos, la promoción del conocimiento es urgente y prioritaria, además de la máxima responsabilidad para las autoridades y para los docentes. Al ponente le bastó con la rotundidad de su británico sentido común para desactivar cualquier objeción a su tesis al recordarnos que, en caso de una nueva crisis como la vivida durante la pandemia, no quisiéramos, como sociedad, que quien tuviera que resolverla fuera un ignorante alzado en el poder a golpe de proclamas y falsedades, como las que hoy proliferan en ciertos discursos políticos.
La primera conferencia de la tarde fue a cargo del filósofo y escritor Damià Bardera, que, en esta ocasión, prefirió presentar una propuesta educativa plenamente sustentada en el conocimiento profundo, en este caso de las éticas de la virtud helenísticas, a hilvanar nuevas críticas contra el despropósito escolar que le toca vivir -como tantos docentes- a diario i que ha nos ha transmitido en su ensayo Incompetencias básicas, así como en sus habituales colaboraciones en los medios de comunicación. El núcleo de la propuesta, pensada para poder aplicarse en las aulas de secundaria, ahuyenta y rectifica las dinámicas emotivistas que se han apoderado de nuestras escuelas, generando la inflamación narcisista entre la juventud que consolida los modelos individualistas y utilitaristas sociales favorecedores de las prácticas empresariales neoliberales. Contra estos falsos discursos emancipatorios que pretenden convertir el espejo que ponen delante del yo en la única realidad a conocer, Bardera apuesta por mirar hacia el mundo desde la propia acción entrenada y guiada por el conocimiento -que, en este caso, nos ofrece la virtud clásica-, tanto de uno mismo como del otro. En el «qué quiero ser» aristotélico, así como en el «quien eres y qué lugar ocupas en el mundo» helenístico, encontramos la evolución del «conócete a ti mismo» socrático, tomado por el psicologismo educativo que permanece en la unidimensionalidad introspectiva del alumno, situado en el centro de la tarea pedagógica, todo formativa.
La última disertación de la tarde corrió a cargo del mediático presentador del tiempo de TV3, Francesc Mauri, que desgranó con datos y evidencias documentales la manipulación informativa practicada por empresas y medios de comunicación a la hora de encubrir y ocultar la emergencia climática en la que vivimos. Una vez más, se hizo presente ante el auditorio la importancia del conocimiento fiable para desactivar visiones interesadas y discursos sofistas, que explotan la confusión y el desconcierto para crear opiniones contrarias a las evidencias científicas, paralizando, así, la necesaria transición hacia energías no contaminantes y esparciendo el negacionismo practicado por políticos ultras y opinadores influyentes. La exposición a esta desinformación del alumnado catalán es la avanzadilla de la nueva derrota climática que sólo podremos evitar potenciando el conocimiento en las aulas, así como la detección del engaño y la falsedad informativa a la que estamos permanentemente expuestos.
Como es habitual, las jornadas se clausuraron con una mesa redonda donde los ponentes respondieron a las preguntas que el auditorio les planteó. El contrapunto necesario a las exposiciones desgranadas a lo largo de la jornada fue, pues, el descenso a la realidad a pie de aula que supieron aportar los oyentes en sus intervenciones, poniendo de manifiesto que la educación actual es una gran mentira que ni enseña, ni educa, una trampa que sólo genera indigencia cultural, irracionalidad e irresponsabilidad. La respuesta ante el disparate que nos atropella a diario en las escuelas pasa por reclamar mecanismos de evaluación externa, así como invertir la lógica legislativa, a juicio de Bianca Thoilliez, o promover herramientas de resistencia que, desde el conocimiento, cultiven la virtud y el carácter del alumnado, a criterio del Damià Bardera; propuestas que, siendo viables y sensatas, no alteran la común convicción, muy presente en el auditorio, de que mientras los conocimientos estén en peligro también lo estará nuestro sistema educativo.
________________________________________
Joan Nonell Merlo, Barcelona 1969, Licenciado en filosofía y premio extraordinario de licenciatura del año 1995. Ha colaborado en la redacción de obras como Estudis cartesians y tiene varios artículos publicados en el Anuari de la Societat Catalana de Filosofia y en la revista Filosofia ara! Actualmente ejerce como profesor de filosofía en centros de enseñanza públicos del área metropolitana de Barcelona. Como escritor ha publicado varios ensayos de crítica literaria.









