Los autores coinciden en plantearnos que aquello que es presentado como una solución puede ser en realidad el problema. La escolarización obligatoria, por sí sola, no garantiza la educación universal. La experimentación pedagógica, autoproclamada innovación, puede agrandar la brecha cultural y reforzar así las desigualdades económicas.
Josep Otón
El sistema educativo parece un automóvil estropeado que requiere ser llevado al taller periódicamente. Se intenta reparar una y otra vez, pero cuesta de ver que haya mejoras reales. Las explicaciones de los mecánicos suenan convincentes, pero las facturas no se corresponden con unos resultados más que deficientes.
Como no se trata de un mal coche, de vez en cuando asoma la duda de si acaso no será el propio taller de reparación el responsable de su mal funcionamiento. Porque todo indica que la educación, con tanta reforma, está empeorando.
La educación cancelada es un libro que denuncia esta perversa paradoja. Ha sido coordinado por Andreu Navarra y David Rabadà. Entre sus muchos méritos está el ser docentes de secundaria y, por tanto, saben de lo que hablan. Insisto en lo de “mérito”, porque en los últimos años la docencia en esta etapa suele asociarse a degradación profesional. No como antaño cuando el prestigio y el reconocimiento social acompañaban este trabajo. Como insinúa David Rabadà, a los profesores de secundaria se les ha relegado a un papel secundario.
Estos dos coordinadores han invitado a un total de dieciséis expertos -la mayoría también docentes- a expresar su opinión sobre cómo anda la educación en nuestros días. Porque con la última ocurrencia educativa, denominada LOMLOE, urge replantearse qué está pasando en las aulas y, sobre todo, qué puede llegar a pasar.
La lectura del libro nos ofrece diversas versiones de la misma melodía. Desde ángulos metodológicos e ideológicos diferentes se nos advierte de la progresiva cancelación de la esencia educativa: la transmisión de conocimientos.
El énfasis en la enseñanza competencial diluye el aprendizaje de contenidos procedentes de las disciplinas académicas. La enseñanza globalizada sabotea la epistemología propia de cada materia. La crítica al enciclopedismo, en favor del googlelismo, puede tener unos efectos devastadores para toda una generación. La utopía digital nos puede acarrear el exilio de la reflexión pausada (Andreu Navarra).
Discutiremos -o discutirán los autores- si se trata de una maniobra espuria del neoliberalismo plasmada en documentos elaborados por organismos internacionales (OCDE, UE, UNESCO…). O bien es fruto de la candidez de un sedicente progresismo que, impotente en su aspiración de cambiar la sociedad, atribuye a la escuela unas capacidades casi taumatúrgicas para prefigurar su particular proyecto cívico.
En todo caso, los autores coinciden en plantearnos que aquello que es presentado como una solución puede ser en realidad el problema. La escolarización obligatoria, por sí sola, no garantiza la educación universal. La experimentación pedagógica, autoproclamada innovación, puede agrandar la brecha cultural y reforzar así las desigualdades económicas.
El texto nos advierte que constituye un grave error epistemológico y pedagógico diseñar el currículo partiendo de las competencias para finalmente desembocar en los conocimientos. El enfoque tendría que ser precisamente a la inversa. Abordar las destrezas y las actitudes al hilo de los conocimientos proporcionados por las materias (Francisco López Rupérez).
Tal vez el objetivo de tanta hiperactividad legislativa no sea arreglar el coche, sino paliar los desaguisados de la anterior reparación. En este sentido, la LOMLOE no sería más que “el enmascaramiento administrativo que sublima por ley el fracaso educativo de la LOGSE” (Xavier Massó).
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Josep Oton es catedrático de Historia y secretario de la Fundación Episteme.
Más información:
Andreu Navarra y David Rabadà (coord.), La educación cancelada, Ed. Sloper y Fundación Episteme, Palma de Mallorca 2022, 218 páginas