Recientemente, fui invitado al programa del domingo 29 de noviembre de El Objetivo, dirigido por la periodista Ana Pastor y emitido por LA SEXTA. El tema era la enésima ley educativa española, conocida como LOMLOE. Intervenía la ministra de educación, la Sra. Isabel Celaá, para responder a una serie de preguntas formuladas por representantes de diversos sectores de la comunidad educativa. Yo acudía como miembro de ANCABA, la asociación de catedráticos de toda España.
Josep Oton, vicepresidente de ANCABA y secretario del Patronato de la Fundación Episteme
Normalmente en los debates sobre temas educativos se presentan argumentos que no siempre están centrados en cómo conseguir el mejor rendimiento escolar con los recursos disponibles. Otros aspectos de carácter más ideológico arrebatan el protagonismo a las cuestiones más de fondos.
Seguramente, en un debate técnico y riguroso llegaríamos a consensos más amplios y nos ahorraríamos mucha crispación así como dilapidar dinero público en experimentos amparados en una pretendida mejora del sistema educativo. Sin embrago, si no existiera la controversia más politizada, tal vez muchas formaciones políticas carecerían de argumentos sólidos para diferenciarse de sus adversarios.
Un estudio clarificador
Por este motivo, orienté mi pregunta hacia un ámbito esencialmente técnico, aunque no exento de polémica. El punto de partida era un documento publicado pocas semanas antes por el Consejo Escolar del Estado: El éxito en educación primaria y secundaria. Uno estudio comparado. Se trata de un análisis de los sistemas educativos de 10 países de nuestro entorno geográfico y socioeconómico. La Fundación Episteme había organizado un webinar sobre este documento unos días antes.
Fracaso escolar
El diagnostico era claro. En España la educación suspende. Repiten un 28,7% de los alumnos de las etapas obligatorias frente a un 11% de media de los países de la OCDE. El porcentaje de estudiantes que no consiguen el título de la ESO es del 22,2%. El 17,9% de los alumnos españoles abandonan los estudios prematuramente. En cambio, en la UE este cifra desciende hasta el 10,2%.
El ejemplo otros países
Para ver cómo superar este problema de fracaso escolar, el estudio del CEE repasa las características de los sistemas educativos de los países de nuestro entorno que, en general, obtienen mejores resultados. Tres características los definen.
1.En la mayoría de países existe una oferta diversificada de vías para estudiar la secundaria baja (la ESO en España).
- Al acabar la etapa, el alumnado no recibe ningún título, sino un certificado que refleja las calificaciones obtenidas en las materias cursadas o bien el resultado de una prueba final. En la mayoría de países este certificado concluye con una orientación prescriptiva.
- Con este certificado pueden estudiar alguna de las tres o más vías formativas de la etapa postobligatoria, mientras que en España solo son dos vías (Bachillerato y FP).
Parece lógico pensar que si un alumno estudia una vía que concuerde con sus necesidades, disminuirá el grado de repetición, de abandono y de fracaso escolar.
La LOMLOE
A pesar de este estudio, la nueva ley mantiene el título de la educación secundaria obligatoria. Incluso, indica medidas y mecanismos para conseguirlo con mayor facilidad. Sin embargo, la novedad radica en incluir un certificado oficial que habrá que tener en cuenta para la continuación del aprendizaje. Una formulación bastante ambigua que puede dejar sin efecto la voluntad orientadora de este certificado.
Por otro lado, se mantiene la vía única en la ESO y las dos vías de la postobligatoria, es decir, el Bachillerato y los Ciclos Formativos de Grado Medio.
Sin embargo, la misma ley propone dos alternativas de carácter excepcional respecto a la educación secundaria.
- a) Los programas de diversificación curricular (Art. 27) para aquellos alumnos que presentan dificultades relevantes de aprendizaje.
- b) Ciclo Formativo de Grado Básico (Art. 30), para aquellos alumnos que presentan mayores posibilidades de aprendizaje y de adquirir las competencias de la educación secundaria obligatoria en un entorno vinculado al mundo laboral.
Por lo tanto, parecen salidas dirigidas a casos muy particulares y minoritarios.
La pregunta
Visto esto, le pregunté a la Sra. Ministra si con estas dos excepcionalidades se pretende romper la rigidez de la oferta de la secundaria obligatoria abriendo varias vías que den respuesta a la diversidad de las necesidades del alumnado. O bien, si el sistema educativo español todavía se resiste a seguir el ejemplo otros países de nuestro entorno que obtienen mejores resultados gracias, seguramente, a la flexibilización de la oferta.
Quizás en los debates educativos tendríamos que dejar de mirar de reojo nuestro pasado, de elaborar leyes para laminar el anterior marco legal, y asumir de una vez por todas que conviene asumir como referente válido la experiencia otros países, como por ejemplo Portugal, que han hecho de la educación una cuestión de Estado y no de gobierno, y menos todavía, de partido.