Tres visiones generacionales sobre el bachillerato competencial

 

¿De dónde emanan las principales líneas educativas de nuestros tiempos? ¿Son, como aseguran algunas voces, reflejos de un moderno paradigma o proceden de intereses, confusiones o tendencias del pasado? En cualquier caso, ¿en qué forma y manera afectan a la defensa de los conocimientos y, en consecuencia, a la formación de los ciudadanos?

 

La Fundación Episteme ha dedicado un seminario virtual al nuevo bachillerato amparado por la LOMLOE bajo el título: ¿Bachillerato competencial o bachillerato competente?

Un doble sentido a una pregunta que dibuja la tendencia bastante generalizada de denominar “competencias” a una rebaja de contenidos progresiva y aupada desde los poderes públicos, instituciones y organismos, con la complicidad de otros tantos agentes educativos.

Las ponencias corrieron a cargo de tres docentes que pertenecen a tres generaciones distintas: Pascual Gil, articulista y profesor de Historia de Secundaria y Bachillerato, Meritxell Blay, profesora de lenguas clásicas y presidenta de la Associació de Professorat de Lengües Clàssiques de Catalunya y Ferran Sáez, escritor y profesor en la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales de la Universidad Ramon Llull.

 

El desprestigio de la memoria y otros mantras economicistas

A pesar de que la tendencia educativa hegemónica pase por la denostación del esfuerzo y de la memoria, para algunos jóvenes como Pascual Gil, profesor de Geografía e Historia y doctorando con una tesis sobre Historia Antigua, debería llamarse la atención sobre el flagrante adanismo que existe en el mundo de la enseñanza.

“Muchas veces pensamos que el mundo vivía en tinieblas antes de nuestra llegada y este enfoque competencial que está tan de moda da para mucho adanismo”, comenzaba su ponencia. A su juicio, entre los docentes, considera que existe una falsa contraposición entre contenidos y competencias. “¿Cómo podemos creer a día de hoy que la escuela no estaba formando a gente competente? Las competencias han estado siempre dentro de las aulas. Es el contenido el que modela y da sentido a las competencias”, apostilló.

Pascual Gil

En su opinión existe un discurso poco claro que pretende confundir entre ambos términos, convertido en «una especie de eslogan». “Cuando se articula un discurso tan omnipresente, con tantos apoyos desde sectores económicos, políticos e institucionales en defensa de lo obvio es porque hay algún tipo de interés inconfesable detrás”. En este sentido abogó por preguntarse qué modelo productivo, qué mercado laboral tenemos hoy y cómo se espera que sea mañana. Sobre ello alertó de los informes de entidades y organismos internacionales que exponen la imposibilidad de ofrecer trabajos dignos a una mayoría social altamente cualificada. “Nuestro modelo de producción está cada vez más mecanizado y por lo tanto, el mercado laboral se tiene que polarizar en extremos, donde se pierden los conocimientos medios”.

Bajo esa visión sobre la mercantilización y la precariedad de quienes no podrán acceder a puestos de trabajo cualificados -Pascual Gil recordó que nuestro país ostenta más de un 40% de paro juvenil-, es donde este profesor entronca estos discursos que sobrevuelan el mundo de la enseñanza, que van de la mano del enfoque competencial. “La función primordial de la escuela es democratizar el saber, el conocimiento riguroso, entre quienes van a conformar una ciudadanía crítica y responsable”.

Pascual Gil: Ni internet, ni la tecno-utopía que lo acompaña nos librará nunca de nuestra cita con el estudio ni con la memoria

Así, Gil revisó y citó algunos de los discursos que abonan este tipo de mensajes que, unidos al escenario economicista descrito han dado pie y aupado a “mantras convertidos en mensajes universales. El enfoque competencial ha encontrado un perfecto acomodo en la escuela actual”.

Respecto a la memoria y el sentido peyorativo que esta está adquiriendo en los actuales discursos pedagógicos, Gil ha afirmado: “si nada ha cambiado en la memoria a largo plazo, nada has aprendido”. Por lo que ha recordado que no existe ningún aprendizaje que no sea memorístico. De la misma manera ha querido recordar que “al igual que antes no todo el conocimiento estaba en una enciclopedia, tampoco ahora lo está en internet”. Así ha interpelado que hay que tener un conocimiento teórico, riguroso, eficiente y previo para saber qué buscar, dónde hacerlo y cómo interpretarlo.

Ni internet, ni la tecno-utopía que lo acompaña nos librará nunca de nuestra cita con el estudio ni con la memoria, aseguró.

 

Etimología de lo competencial y alegato a las humanidades

Meritxell Blay es profesora de Lenguas Clásicas en la enseñanza secundaria y como tal, se centró fundamentalmente en el Bachillerato y la Selectividad, desde la perspectiva del profesorado y la importancia de su tarea docente, insustituible en cuanto a la transmisión de conocimientos.

Meritxell Blay

“No hay -según el criterio de Blay-, un método milagroso ni mágico, ni una receta pedagógica que valga para cualquier profesor y para cualquier tipología de alumnado. Esto es algo que el docente se va construyendo año tras año, y cada curso”. De acuerdo con las características del alumnado, la forma de explicar un mismo tema o concepto varía según el caso. Tampoco el currículum se tiene que entender, a su juicio, como un corpus rígido de contenidos que tenga que impartirse inflexiblemente. “Cada profesor, en función de su especialidad, se tiene que poder expresar libremente en el aula”.

Por otro lado, el Bachillerato y la Selectividad ya hace mucho de tiempo que abandonaron la tradición memorística que todavía se les atribuye. De hecho, en opinión de esta profesora, son fundamentalmente competenciales, en el sentido de saber aplicar correctamente los contenidos que se imparten, siendo precisamente este el verdadero sentido del término competencial: “saber aplicar aquello que se sabe. De lo contrario, sin conocimientos previos, no hay competencia que valga”. Del mismo modo, Blay considera que prácticamente todos los docentes son competenciales y competentes a la vez.

Crítica con el exceso de burocracia con los docentes así como en “experimentos como blogs, cuadernos virtuales, cursos de educación emocional, pedagogía sistémica, métodos inductivos versus métodos tradicionales, trabajos por proyectos, jornadas, formaciones… Tengo todos los perfiles que piden desde el Departament”. En este sentido ha querido compartir las declaraciones de la directora general de Currículum, Maite Aymerich quien dijo que “el bachillerato ha de ser una etapa educativa útil en sí misma”. Como docente de lenguas clásicas, y autodenominada como “profesora de saberes inútiles”, en alusión al libro del profesor italiano Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil, Blay quiso ofrecer un alegato a los saberes humanísticos, lejos de criterios economicistas.

Meritxell Blay: ¿Por qué no se establece una competitividad sana para ser mejor estudiante? ¿Por qué la competencia solo es básica y no compleja?

Pero, ¿qué significa competencia para esta filóloga? Partiendo de la base de tres de sus acepciones: capacidad, incumbencia y competitividad. “Si nos referimos a ella como una capacidad, implica que el alumno no se centrará únicamente en los conocimientos adquiridos sino que también sabrá dónde y cómo aplicarlos. En su segunda acepción, en términos de incumbencia, implica que el estudiante entienda que los conocimientos no están aislados ni desvinculados de la realidad y los aplique según sus intereses o responsabilidades como ciudadano. Respecto a la competitividad, ¿por qué -se pregunta- no se establece una competitividad sana para ser mejor estudiante? ¿por qué la competencia solo es básica y no compleja?

Blay considera que la profesión docente siempre ha estado sometida a crítica y comprende que el debate es sano siempre y cuando la crítica no se establezca únicamente con fines partidistas para denostar a las voces críticas. “El profesor es y será esencial utilice el método que utilice”, ha defendido.

 

De Lyotard al bachillerato competencial (1979 – 2021)

Respecto al “competencialismo”, el escritor y filósofo Ferran Sáez, se refirió a 1979 cuando se publicó La condición posmoderna del también filósofo y teórico Jean-François Lyotard y la creación de este ideario que entronca con el actual pensamiento laxo en torno a la educación. “La mayoría de cosas que hoy estamos viendo, de alguna manera ya estaban prefiguradas. Lo que seguramente no sabíamos -destacó- es que se llegarían a consumar de una manera tan bestia”.

De igual manera señaló “el equívoco, también prefigurado, de la formación integral (idea clave de la Ilustración), que ya se había enterrado, como hoy, aunque por razones diferentes”. Así, el concepto ‘Bildung’, referido al cultivo de un mismo como ideal educativo que surgió en la Alemania del romanticismo (siglo XVIII) era visto como un proceso de sensibilidades espirituales y culturales. Este equívoco en el que nos hemos instalado, del individuo y del ciudadano y amparado en el paradigma de la emotividad, guarda relación con ese Bildung, según Sáez.

Ferran Sáez

“Pero la equivocación procede de pensar que la construcción del individuo y del ciudadano junto a la construcción competencialista vienen a ser lo mismo y no lo son. Confunden lo que fue la idea ilustrada de construcción de la persona con otra idea que tiene más a ver con el emotivismo vinculado a esta nueva manera de entender la educación, tema muy bien explorado por el filósofo francés, Michel LaCroix, El culto a la emoción”, apuntó.

Sáez también quiso referirse a la “cada vez más agresiva impugnación de la idea de meritocracia, una idea inseparable de los ideales republicanos, donde por méritos el hijo de un zapatero podía ocupar el cargo que antes ocupaba un noble. Hay personas que de una forma, muchas veces vehemente, impugnan esta cuestión”. En este sentido se refirió algunos filósofos, alguno vinculado a Podemos, que aseguran que la meritocracia es una trampa y que la igualdad de oportunidades no existe. Pero -perfiló-, “aunque no es lo mismo nacer en La Granja d’Escarp, el pueblo donde yo nací que en el Eixample, ¿hemos de dejar de lado la igualdad de oportunidades como finalidad regulativa?”.

Por todo ello, el profesor Sáez considera que las bases educativas actuales son tres: la primera es la sobre estimulación, con un componente mercantilístico importante en formato de “extraescolares”; la segunda, la espontaneidad emocional, correlacionada con la tiranía de las emociones; y la tercera, el cultivo institucionalizado del individualismo gregario, omnipresente en esta especie de atomización homogeneizadora que generan las redes sociales, por ejemplo. “Todo este pack ya estaba gestado desde la época de los años setenta del siglo pasado a través del pensamiento posmoderno y sobre todo por parte del libro fundacional que es La condición posmoderna de Lyotard.

Ferran Sáez: La mayoría de cosas que hoy estamos viendo, de alguna manera ya estaban prefiguradas

¿Para qué sirve esta educación que va más allá de la contemplación narcisista del propio ombligo emocional?”, preguntó Sáez. “En mi generación «predigital» buscar algo era bastante complicado y debíamos hacer el esfuerzo de recoger, ejemplificó con una comunicación gestual juntando los brazos. Ahora mismo -explicó de igual manera-, hemos de hacer lo contrario -y apartó los brazos hacia afuera- frente a esta selva de datos e informaciones. La información de la red no está jerarquizada epistemológicamente. Ahora, la educación memorística que angustia tanto a los estudiantes, es más necesaria que nunca”, concluyó.

Enlqce al webinar (en catalàn)

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