Currículo de mínimos y competencias básicas
Este mes de agosto, el Departament d’Educació ha publicado los resultados de las pruebas de competencias básicas correspondientes al curso 2021/22, que se realizan a los alumnos de 4º de la ESO: decepcionantes; los peores desde que se llevan a cabo este tipo de pruebas. El Departament y sus pedagogos en nómina lo han atribuido a la pandemia, pero hay razones para sospechar que se trata de una mala excusa.
Solo lo negado (II)
Sometido a un proceso de alienación en las duras sociedades postindustriales de consumo, y para sobrevivir en ellas, los planes de estudio humanísticos han tenido que mutilarse y por ello sacrificar la excelencia, la complejidad, la inteligencia y sutileza de sus contenidos, en especial los aspectos más inquietantes y perturbadores que podríamos heredar de la tradición. Entre los bienes anulados más preciados está el cultivo de los saberes inútiles.
La privatopía educativa
Un empresario toma decisiones sobre su negocio porque se juega su dinero, pero ¿es legítimo que un representante de la Administración actúe de manera similar en la gestión de recursos públicos? En nombre de no se sabe qué se promueve una metamorfosis educativa, una especie de privatopía que arrincona la lógica del sistema público atribuyendo una supuesta y connatural eficiencia a la gestión privada.
Analfabetismo posmoderno
Tal vez el currículum líquido que ahora se nos prescribe comporte una disimulada liquidación de los conocimientos. Al rechazar los contenidos estructurados, secuenciados y sistematizados podemos perdernos en el laberinto de las redes. A pesar de tener la sensación de avanzar, en realidad estamos dando rodeos sin llegar a ninguna parte.
¿Currículo o Ridículo?
Introducir ámbitos, competencias de la manera que se está haciendo, es destruir el armazón de la propia noción de currículum. Porque permitir que cada centro pueda llegar a hacer su propio currículum adaptado es liquidar la idea de igualdad en el sistema educativo. Y porque imponer por ley la promoción automática de curso y el aprobado general, es sublimar administrativamente el fracaso del pedagogismo constructivista que se ha impuesto como dogma educativo desde hace treinta años.
Solo lo negado (I)
Sin duda alguna, las crisis son una oportunidad para replantearse preguntas, y para sufrir cruelmente en ellas. En este sentido existe una íntima relación entre la crisis del periodismo y la crisis de la educación como sistemas de representación que explicaría la actual degradación e insolvencia de la democracia liberal.
El «conocimiento poderoso» se reivindica en Valencia
Algunos bromeaban en los previos al comienzo, mientras la gente se saludaba o se reconocía ante la sede de UGT, diciendo que aquello iba a parecerse a un encuentro de twitteros, blogueros y facebookers. Una broma inteligente, de aquellas que el propio que la emite sabe, con la complicidad de los que asienten, que no es verdad; que se está diciendo para no hacerse demasiadas ilusiones y quitarle importancia a lo que ya se estaba viendo que la iba a tener… y mucha.
Narcisos sin espejo
Sobrecargamos la educación, bajo una sorprendente e inconfesada visión religiosa de la esperanza, de todos aquellos problemas que no somos capaces de solucionar fuera de ella o bien ante los que nos mostramos irresponsables y no queremos asumir por su dificultad y exigencia, sus riesgos, sus pérdidas, o simplemente por ignorancia e ineptitud.
La magia de la innovación
Parece que la Administración se conforma con redactar normativas donde aparece el término “innovación”, como si se tratara de una palabra mágica, que funciona con tan solo mentarla. Después se insiste en la necesidad de formación del profesorado, dejando entender que no estamos suficientemente formados, y, paradójicamente, se limitan lo recursos reales para hacer factible esta actualización tan necesaria.
Vuelta a las andadas con la jornada escolar
El democrático experimento catalán demuestra que la inmensa mayoría de cada sector de la comunidad educativa está a favor de la jornada continua. ¿Cómo se explica entonces que empresas y entidades vinculadas con negocios en la educación no se cansen de cargar contra ella? ¿No habrá intereses crematísticos involucrados en ello? Por favor, no seamos hipócritas. Una cosa es hacer negocio con la educación, y otra muy distinta convertir la educación toda ella en un negocio, por y para el negocio. Lo primero es legítimo, lo segundo, filibusterismo.