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Payasos y payasadas

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La función del sistema escolar es transmitir el legado de conocimientos y habilidades de una generación a otra. Mucho mejor si se hace en un clima distendido y motivador. Aun así, no podemos olvidar que el objetivo es aprender, como lo importante del hospital es curar. Muchas gracias a los payasos que nos hacen la vida más agradable, pero basta ya de payasadas que denigran la educación.

 

Josep Oton

De todos es conocido que diversas entidades aportan una dosis de alegría a los niños hospitalizados a través de las actuaciones de payasos, una figura que combina ternura, humor y sorpresa. Los niños y niñas que, por varias razones, ven truncado su quehacer cotidiano pueden recuperar el encanto propio de la edad a través de las bromas, juegos y chistes de estos personajes entrañables.

Seguro que su presencia en los centros sanitarios hace más agradable -o, como mínimo, más soportable- una estancia que parece arrebatar un tiempo muy valioso en una época de la vida en la cual el juego y la fiesta ocupan un lugar primordial. Y esta inyección de ánimos y de frescura ciertamente puede ayudar a afrontar con mayor coraje unas circunstancias que no siempre resultan fáciles de asumir.

Ahora bien, la labor extraordinaria de los payasos no va en detrimento, todo lo contrario, del trabajo realizado por el personal médico y sanitario. Los artistas del humor contribuyen a hacer más amable la vida de los niños mientras están ingresados. Aun así, lo importante no es que rían, sino que se curen. Y esto es responsabilidad de los profesionales especializados en aplicar los recursos de la ciencia médica.

Está claro que hacen falta payasos en las plantas infantiles de los hospitales, pero a nadie se le pasa por la cabeza cerrar quirófanos o salas de radiología para convertirlas en pequeños circos.

Para el cuidado de los niños, es necesaria la colaboración de diversas iniciativas. No obstante, el objetivo final no es conseguir una sonrisa, sino hacer frente a la enfermedad, aunque con un poco de humor se hace más llevadero el proceso terapéutico que a menudo esté plagado de incomodidades.

En el mundo educativo sucede algo parecido, pero con consecuencias diferentes. Muchas horas de la vida de niños y jóvenes transcurren en las aulas. Por supuesto, hay que procurar que este tiempo sea, en lo posible, ameno. Por tanto, bienvenidos sean los momentos de recreo, las actividades lúdicas, la gamificación o los juegos de siempre que contribuyen a hacer más distendida la estancia en la escuela.

Ahora bien, la finalidad del sistema educativo es que el alumnado aprenda aquello que necesita como persona y como ciudadano. Son de agradecer todas las dosis de humor, de simpatía y de motivación para asumir el reto del aprendizaje. Aun así, que los medios no suplanten el objetivo. Porque, a veces, los árboles no nos dejan ver el bosque, como mínimo, para quienes no disponen de una visión de conjunto.

Esto no sucede en los hospitales, pero sí en los centros educativos. Se cierran bibliotecas, se ningunean las especialidades docentes, se enaltece la ignorancia… y todo en nombre de la motivación. En resumidas cuentas, se degrada la educación convirtiéndola en una payasada, es decir, en una actividad inoportuna que, en ocasiones, resulta extravagante. Ir a la escuela o al instituto es una oportunidad para aprender, lo cual no impide que el alumnado se lo pase bien. Si obviamos el objetivo, caemos en el ridículo, en la extravagancia, es decir, vagamos por fuera de la ruta que conduce al aprendizaje.

El hospital es una institución diseñada para promover la salud de las personas. No es un teatro o un circo. Sin embargo, suerte de las personas que hacen de payasos ya que aportan un aliento de esperanza y de vida a los pacientes. Y también suerte de los sanitarios que, sin renunciar a su profesionalidad, son personas afables, simpáticas y empáticas capaces de combinar ciencia y humanidad.

Por su parte, la función del sistema escolar es transmitir el legado de conocimientos y habilidades de una generación a otra. Mucho mejor si se hace en un clima distendido y motivador. Aun así, no podemos olvidar que el objetivo es aprender, como lo importante del hospital es curar. Muchas gracias a los payasos que nos hacen la vida más agradable, pero basta ya de payasadas que denigran la educación.

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Josep Oton es catedrático de Historia y secretario de la Fundación Episteme.

«Contra el pedagogismo»

Contra el pedagogismo es el alegato de Alberto Royo a favor del saber como eje de un sistema educativo que aspire a la emancipación real del ciudadano y garantice unos conocimientos sólidos y una enseñanza eficaz, rigurosa y perdurable para todos, al margen de modas, intereses, inercias o autocomplacencias. Es una llamada a la resistencia activa contra el blanqueamiento del pedagogismo y la conversión del conocimiento en un artículo de lujo, al alcance de unos pocos.

 

Para acceder al webinar clica sobre la imagen:

• Alberto Royo. Titulado superior en Guitarra Clásica por el Conservatorio de Música de Zaragoza. Formación en la Escola Luthier d’Arts Musicals de Barcelona. 2º premio en el Torneo Internazionale di Musica (Roma) y finalista en el Concurso Permanente de Juventudes Musicales (Granada). Ha actuado en España, Italia, Países Bajos, República Democrática del Congo y Costa de Marfil. Profesor de música y escritor.

• Xavier Massó. Licenciado en Filosofía y en Antropología Social y Cultural. Catedrático de Enseñanzas Secundarias por la especialidad de Filosofía. Presidente de la Fundación Episteme. Autor del libro, El fin de la educación (Akal, 2021) y coautor de La educación cancelada (Sloper, 2022).

Modera: Eva Serra, directora ejecutiva de la Fundación Episteme.

Fòrum en formato seminario virtual “webinar” celebrado el miércoles, 28 de junio de 2023.

Idioma: castellano.

El 81,7% del profesorado de Secundaria considera necesario preservar el principio de especialidad

Plataforma en Defensa d’una Educació Pública i de Qualitat

A finales del mes de abril, la Plataforma en Defensa d’una Educació Pública i de
Qualitat, envió una encuesta a todo el profesorado de secundaria, con una serie
de preguntas que hacían referencia a la ESO y al Bachillerato. Estas cuestiones versan sobre la implantación del nuevo currículum realizado por el Departamento de Educación este curso 2022-2023 y otras relativas al funcionamiento de los centros. La Plataforma ha recibido más de mil respuestas y cumple su compromiso de hacer públicos los resultados. (Documento adjunto al pie de la noticia).

 

La mayoría de los encuestados muestra su rechazo al nuevo diseño curricular y las nuevas
políticas del Departamento de Educación catalán.

El poder que el Departament ha otorgado a las direcciones impide un funcionamiento
democrático de los institutos públicos puesto que las decisiones no son tomadas por el claustro de profesores sino que este sólo es informado de las decisiones tomadas.

Siete de cada diez profesores opina que la elaboración del currículum se tendría que llevar a cabo mediante un proceso participativo de los docentes. Plataforma en Defensa d’una Educació Pública i de Qualitat.

 

La mayoría del profesorado encuestado ha manifestado su NO a:
1. Agrupar las materias por ámbitos.
2. Perder el principio de especialidad.
3. La implantación per se de los proyectos.
4. Perder 1h semanal de las materias de modalidad de 1.º de bachillerato.
5. Mantener las actuales radios.
6. Las formaciones sobre la competencia digital y del nuevo currículum.
7. La no implicación del profesorado en la elaboración de los currículums
8. La competencia entre centros públicos.

Así, la Plataforma en Defensa d’una Educació Pública i de Qualitat desea que el Departament d’Educació se haga eco de esta encuesta, tenga en cuenta la opinión de los docentes y no deje de lado a buena parte del profesorado.

Acceso a los Resultats enquesta Secundària

El abandono educativo temprano en España y la enseñanza obligatoria hasta los 18 años

Este estudio, realizado por Francisco López Rupérez e Isabel García García, pretende retomar la propuesta efectuada en 2014 por el Consejo Escolar del Estado y fundamentada, posteriormente, de un modo amplio (López Rupérez, García García y Sanz Labrador, 2015), en el sentido de recurrir a la extensión de la enseñanza obligatoria hasta los 18 años como un procedimiento de intervención –o de política pública– para la reducción efectiva del AET, intervención cuya pertinencia reposa en nuevos argumentos y en nuevas evidencias.

 

La tasa de abandono educativo temprano constituye un indicador histórico en la Unión Europea que, tras ser utilizado como adscrito al concepto de cohesión social (SC052), se introdujo para el seguimiento de la Estrategia de Lisboa en materia de educación y formación, y pasó después a formar parte del Monitor de la UE. Se trata éste de un instrumento destinado a identificar los avances de los países miembros hacia los objetivos educativos comunes, fijados para cada década, sobre los cuales se extienden las correspondientes acciones estratégicas de la Unión.

La publicación, el pasado 27 de enero, de los resultados del abandono educativo temprano correspondiente al año 2022 ha puesto sobre la mesa un dato inquietante cual es el incremento en 0,6 puntos porcentuales del AET para España, dato que alcanza cifras mucho más preocupantes en comunidades autónomas, tales como la Comunidad Valenciana (2,9 puntos), Baleares (2,8 puntos) o la Comunidad de Madrid (2,5 puntos).

Así, este trabajo incluye, entre otras recomendaciones, incorporar mediante ley orgánica, a la ordenación básica del sistema educativo español la ampliación de la enseñanza obligatoria hasta los 18 años. Asegurar la calidad de la intervención y no reducirla a una simple medida de escolarización de carácter cuantitativo. Introducir una modificación en la estructura de la enseñanza secundaria en dos ciclos, de tres años de duración cada uno o desarrollar una mayor integración entre educación y empleo, mediante fórmulas duales para los alumnos que cursen la opción profesional.

→Abandono educativo temprano_UCJC

 

Webinar: «Contra el pedagogismo», con Alberto Royo

Contra el pedagogismo es el alegato de Alberto Royo a favor del saber como eje de un sistema educativo que aspire a la emancipación real del ciudadano y garantice unos conocimientos sólidos y una enseñanza eficaz, rigurosa y perdurable para todos, al margen de modas, intereses, inercias o autocomplacencias. Es una llamada a la resistencia activa contra el blanqueamiento del pedagogismo y la conversión del conocimiento en un artículo de lujo, al alcance de unos pocos.

 

El próximo 28 de junio, a las 18:30 horas, Fòrum Episteme dedicará un webinar con su autor, Alberto Royo y la participación de Xavier Massó, presidente de la Fundación Episteme y escritor. Será un placer contar con su asistencia.

Para inscribirse puede hacerlo a través de este enlace o clicando sobre la imagen. El registro es gratuito:

 

 

 

 

 

 

 

 

Alberto Royo @profesoratticus

Titulado superior en Guitarra Clásica por el Conservatorio de Música de Zaragoza, su ciudad natal, Royo continuó su formación en la Escuela Luthier de Artes Musicales de Barcelona. Posteriormente se licenció en Historia y Ciencias de la Música por la Universidad de La Rioja.

Como intérprete, fue 2.º premio en el Torneo Internazionale di Musica (Roma) y finalista en el Concurso Permanente de Juventudes Musicales (Granada). Ha actuado en España, Italia, Países Bajos, República Democrática del Congo y Costa de Marfil. Ha grabado el disco de música contemporánea Mistúra (Delicias Discográficas, 2004) y es autor de un monográfico dedicado a la guitarra (RDM Editorial, 2011) y coautor del libro El valor cultural de la música (Thomson Reuters Aranzadi, 2016).

En 2004 accedió por oposición al Cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria. Como escritor, ha publicado Contra la nueva educación (2016), La sociedad gaseosa (2017), Cuaderno de un profesor (2019), Breviario antipedagogista (2022), todos ellos publicados por Plataforma Editorial, y el reciente título que presentaremos en esta charla Contra el pedagogismo (2023, Editorial Letras Inquietas). Esta obra se encuentra a la venta en Amazon y en PayPal.

Virginia Tech (Notas sobre la violencia)

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Parece contraintuitivo sostener, como se deduce de las ideologías woke, que los alumnos son producto de la violencia estructural, y me inquieta pensar que al correr los años muchos, ya adultos, prefieran volver a su propio pasado a condición de que sea una historia de violencia. Es tentador abandonarse a uno mismo para explicarse a través de la victimología, buscando el sentido que nos faltó en un pasado incomprendido y que hoy rechazamos traumáticamente.

 

Yeray Rogel Seoane  | @YerayRogel

La infancia es el lugar común de la memoria literaria, un lugar todavía no desinfectado de mitos. En ocasiones podemos encontrar entre los escritores algún relato desacomplejado de ese período que afronte con sinceridad las agrias escenas de violencia infantil, sin pretender compadecer a la víctima ni perdonar al verdugo. En el libro Conversaciones con J.P. Sartre de Simone de Beauvoir –grabaciones realizadas en Roma durante el verano y principios de otoño de 1974- se recuerda la etapa educativa de Sartre en La Rochelle, en la provincia conoció algo lamentable que nunca olvidó: el carácter formativo de la violencia. Fue durante los años de la primera guerra mundial, y por emulación los niños franceses se pegaban con los niños alemanes, que eran siempre el enemigo. Se sacudían palizas sin conocerse simplemente porque: “ellos iban vestidos de una manera más tosca que nosotros. Venían a provocarnos e intercambiábamos puñetazos (…) cuando peleábamos con los golfillos la lucha nos hacía burgueses”. Cuando aprendió esa hostilidad, que en parte constituye la relación de los hombres entre sí, interiorizó un sentimiento de libertad que antes era una vaga impresión, aunque evidentemente chocaba con los obstáculos de manera constante. Sartre concluye con la confesión que todo adulto se permite ante la insuficiente unidad del yo: “Yo era mi propia víctima”.

Este recuerdo de violencia infantil obedece a lo que en su libro ’Sobre la violencia‘ el filósofo Slavoj Zizek denominó violencia subjetiva, aquella violencia que es visible y física, susceptible de ser retransmitida por los medios de comunicación y que priorizan sobre cualquier otra, especialmente frente a formas de violencia invisible como la objetiva, intrínseca al sistema, que al no infligir violencia directa sino estructural pasaría desapercibida siendo la más determinante. Los utopistas educativos, separados del mundo de la vida y de la experiencia concreta de la realidad, asumen con gran facilidad esta idea de violencia estructural impidiendo la posibilidad de pensar al margen de su esquema dogmático de sugestión. Esta ideología educativa ya no se ocupa de predecir y controlar las leyes de las fuerzas históricas, una vez perdido su prestigio, tal como hacían las viejas ideologías estetizantes del continente, pero mantienen ese estúpido afán de refundar permanentemente la historia. El pensamiento ideológico acertó en explicar lo que es a través de lo que ha llegado a ser, pero falló al mistificar el devenir para encontrar una “realidad más verdadera” que la registrable. Es difícil asumir la ausencia de fundamentos. Así la violencia visible que todos podemos comprobar empíricamente deriva de una más verdadera, originaria y fundacional. Negando el porque sí espontaneo y contingente de la realidad. Si bien no es despreciable intelectualmente la gradación de las distintas formas de violencia, me parece que olvidan que si todo es violencia nada lo es, al modo de la culpa general: si todos somos culpables y no hay al menos un inocente no hay realmente ningún culpable; condenando a la víctima a la irrelevancia. En este sentido la violencia estructural carece de un significado preciso que no sea vago y metafísico. La confusión de la ideología educativa al identificar violencia y poder da lugar a identificar también la institución escolar con la violencia estructural. Pero necesito algo más que el ejemplo de unas simples peleas infantiles.

Voy en busca de matanzas, encuentro la peor en la Wikipedia: La masacre de Virginia Tech fue un asesinato masivo que ocurrió el 16 de abril de 2007 en el Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia (conocido como Virginia Tech), en Blacksburg, VirginiaEstados Unidos. En el incidente murieron 33 personas, incluyendo al único autor que inició el tiroteo, ​y 29 personas resultaron heridas. Es el peor ataque a una universidad en la historia de Estados Unidos. ​El autor de la masacre fue identificado por las autoridades como Seung-Hui Cho, un estudiante surcoreano de literatura inglesa, criado en Virginia y residente en la universidad”.

Hannah Arendt comprendió, y a ella se le deben estas notas, que poder y violencia son dos fenómenos distintos que en la mayoría de las ocasiones aparecen relacionados con los mismos acontecimientos políticos, quizá formando parte de un mismo proceso. La experiencia, como vemos en Virginia Tech y en el caso Sartre, de menor intensidad, nos indica una conclusión contraria a las especulaciones teóricas: la violencia no es lo mismo que el poder, más bien, es fruto de la impotencia política y el vacío de poder. Es decir, cuando el orden está en disputa a causa de su insuficiencia. La violencia sólo aparece ante algún tipo de quiebra de las formas simbólicas de poder, cuando la coacción y la amenaza son inútiles, cuando se produce una ruptura de las relaciones de dominación por el agotamiento de su legitimidad o cuando la risa imparable lo llena todo de descrédito. O sencillamente cuando se incuba el nihilismo. Si bien es difícil pensar violencia y poder como opuestos radicales, cabe interpretarlo como un complejo vínculo irregular y discontinuo, nada evidente y en determinadas circunstancias contradictorio. Ninguna de estas distinciones hace menos dramático y bochornoso el ejercicio de la violencia ni menos terribles e insoportables las abusivas exigencias del poder.

Parece contraintuitivo sostener, como se deduce de las ideologías woke, que los alumnos son producto de la violencia estructural, y me inquieta pensar que al correr los años muchos, ya adultos, prefieran volver a su propio pasado a condición de que sea una historia de violencia. Es tentador abandonarse a uno mismo para explicarse a través de la victimología, buscando el sentido que nos faltó en un pasado incomprendido y que hoy rechazamos traumáticamente. Hay algo reconfortante en ser parte de una historia externa (pues el yo actual no es exactamente el yo del pasado) y disolver el yo y la responsabilidad (que es siempre una ficción), junto al azar que determinó nuestra vida, en una visión abstracta e improbable de la violencia. El sombrío ejemplo de VirginiaTech nos muestra que el orden es el poder (la escuela) y el desorden la violencia (la disolución de la escuela), que si aparece la violencia absoluta desaparece el poder absolutamente. Los momentos de irrupción de la violencia extrema en las aulas del mundo occidental, que es el que conozco, precisamente no son la norma sino la excepción. Los alumnos tienen (o tenían) una experiencia clara y directa de la coacción y la autoridad, necesarias para enseñar, pero de un modo confuso y atenuado de la violencia. Eso no significa que las escuelas y las universidades sean un lugar totalmente seguro donde no existen lógicas denigrantes, desigualdades inaceptables y corrupción. El alumno, en cualquier nivel, pasará por experiencias incómodas y situaciones desagradables de profunda vergüenza fruto de la jerarquía educativa y de los previsibles fracasos morales, personales e intelectuales. Todo eso es desdichadamente posible y en muchos casos remediable. Distinguir entre violencia y poder no es más que un ejercicio filosófico de comprensión de la realidad, con ello no pretendo reducir la importancia trágica de la violencia en la vida de las personas, en especial de los estudiantes, pero sí pretendo dimensionar en su magnitud el problema, afirmando que la violencia no es el principal problema en las escuelas, aunque sí el más letal y aterrador cuando se da.

En nuestro tiempo pueril estas reflexiones me costarán la acusación de “negacionista” de la violencia, algo parecido a hacerme cómplice de ella. Bien está, el malentendido y la mala fe son el precio a pagar por escribir. Sin duda, las formas masivas y absolutas de violencia conducen al exterminio y a la supresión física de los individuos como en el caso Virginia Tech, algo incontrolable y caótico sobre lo que hay poco que decir. Sin embargo, las formas de violencia menor tipo Sartre  se seguirán dando en el sistema educativo de manera inexorable, y creo que deberían inspirar autoanálisis sin culpabilización parecidos a los del Sartre adulto respecto al joven Sartre de provincias que intenta explicarse de un modo complejo y sin atajos quién fue y qué le sucedió, sin renunciar a sí mismo.

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Yeray Rogel Seoane (Barcelona, 1993), es licenciado en Filosofía por la UB. Editor de los blogs La víbora celta y Crónicas del desengañodedicados al análisis y crítica cultural del mundo político y la sociedad mediática. Actualmente prepara un ensayo biográfico (recogiendo la vida y obra de Gregorio Morán y Santiago López Petit) sobre la memoria política y cultural de la Transición.

En recuerdo de Nuccio Ordine

En ASPEPC·SPS tuvimos la oportunidad y el privilegio de conocerlo personalmente cuando estuvo con nosotros en febrero de 2019, y pudimos comprobar la gran persona que era. Hoy nos hemos quedado más solos, sí, porque Nuccio Ordine nos ha dejado. Pero no nos hemos quedado huérfanos: el profesor Ordine sigue entre nosotros.

 

Xavier Massó

Nos ha dejado Nuccio Ordine, y nos hemos quedado más solos. No sólo era el gran experto en el Renacimiento que los medios han destacado, a propósito de la triste noticia de su muerte. Era mucho más que esto: él mismo era un renacentista de pleno derecho, un humanista de los de verdad, con mayúsculas. Esto es lo que verdaderamente lo hacía especial y tan necesario, el auténtico significado de su magisterio, lo que marcaba la diferencia.

En unos tiempos de utilitarismo ramplón, degenerado en instrumentalismo grosero que embrutece la condición humana, con el individuo convertido en un medio, en lugar del fin en sí mismo que es, la voz de Nuccio se alzaba con convicción, recordándonos el valor de lo inútil, así calificado por la simple razón de que, en nuestra estrechez de miras, no sabemos ver su utilidad. Y nos conminaba a cambiar la mirada, a elevarnos por encima del vuelo gallináceo que, por falta de perspectiva, no alcanza a ver dos palmos más allá de sus narices, invitándonos a recuperar el legado de la tradición humanista de la cual procedemos. La tradición que, en su anterioridad, nos precede y sin la cual en vano nos esforzaremos por mirar hacia adelante y afrontar el futuro. Esa tradición que la novolatría hodierna que nos deslumbra, remitida a la inmediatez del aquí y ahora -al hic et nunc que diría él-, menosprecia por «inútil». La misma inmediatez que deslumbraba a los que se mofaban de Diógenes cuando, linterna en mano, buscaba hombres de verdad por Atenas a plena luz del día.

En coherencia con este espíritu renacentista, y como profesor, el gran profesor que era, Ordine destacó por su valiente defensa de un sistema educativo que incorporara esta tradición humanística: la literatura, la historia, la filosofía… ¡Los clásicos! Y lo hizo en unos tiempos en que le tocó inevitablemente oponerse a su absoluta erradicación. En la conferencia que nos impartió hace cuatro años se descolgó con una afirmación tan cierta como desazonadora: no es que los políticos de ahora sean más o menos ladrones que los de hace unos decenios, lo que sí son es mucho más ignorantes… Hablaba de Italia, hablaba del mundo, de todos nosotros. Hoy muchos elogiarán su heroica defensa a contracorriente de una sociedad más culta; los mismos que lo galardonaban sin conocerlo ni haber leído su obra, los que dentro de un par de días lo habrán olvidado y seguirán perseverando en un sistema educativo que es todo lo contrario de lo que Nuccio defendía…

En ASPEPC·SPS tuvimos la oportunidad y el privilegio de conocerlo personalmente cuando estuvo con nosotros en febrero de 2019, y pudimos comprobar la gran persona que era. Hoy nos hemos quedado más solos, sí, porque Nuccio Ordine nos ha dejado. Pero no nos hemos quedado huérfanos: el profesor Ordine sigue entre nosotros. En su caso, nuestra herencia sí procede de un testamento. Nos ha dejado su obra y su ejemplo. ¡Hasta siempre, Nuccio! ¡Profesor, sigues con nosotros!

Allí dondequiera que estés, un fuerte abrazo y ci vediamo!

Nuccio Ordine cenando con nosotros Barcelona, con motivo de su visita. Febrero de 2019. / Foto: Àlex Romero

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Xavier Massó. Secretario General de Professors de Secundària (aspepc·sps). Presidente de la Fundació Episteme.

Entrevista con Nuccio Ordine (Febrero de 2019. Catalunya Vanguardista)

Nuccio Ordine, in memoriam

Entrevista a NUCCIO ORDINE / Vídeo: Àlex Romero

Reproducción de la entrevista realizada en febrero de 2019 en Catalunya Vanguardista

Nuccio Ordine: «Europa está amenazada»

«Lo que estamos viendo todos los días es uno de los peores momentos de la historia de nuestra Europa»

 

Nuccio Ordine considera que Europa está retrocediendo en sus conquistas históricas. Advierte del peligro frente al aumento de los partidos populistas y defiende la importancia de formar en la cultura de los clásicos frente a una educación mercantilizada. Profesor de Literatura italiana, experto en el Renacimiento y en la figura de Giordano Bruno, este filósofo y escritor ha sido traducido a más de 20 idiomas por su obra La utilidad de lo inútil.

 

Eva Serra / Catalunya Vanguardista

Recientemente, el profesor Ordine ofreció una conferencia en la Casa Golferichs de Barcelona invitado por el Sindicato de Profesores de Secundaria Aspepc-Sps ante un auditorio de docentes y estudiantes. Como en su reconocido y exitoso libro, La utilidad de lo inútil, Ordine defendió un valiente alegato por la cultura y los valores científicos y humanísticos en una sociedad que considera equivocada y mercantilista.

Nuccio Ordine durante su conferencia en Barcelona / Catalunya Vanguardista

En su conferencia, el profesor comenzó explicando la pregunta que siempre dirige a sus alumnos el primer día de clase: ¿Qué habéis venido a hacer a la universidad? Y la respuesta acostumbra a ser siempre la misma: «para conseguir un título». Como contrapunto recuerda a Albert Camus cuando en 1957 al recibir el Premio Nobel pensó en su profesor y subraya que “si ese día en quien piensas es en quien te enseñó significa que la escuela te ha dado mucho”.

Ordine reconoce que su discurso ha calado más de lo que pudo imaginar al escribir La utilidad de lo inútil en 2013. Desde entonces no ha parado de ofrecer conferencias y entrevistas por todo el mundo con esa serenidad que transmite. En el taxi de camino entre su incondicional hotel Alma y la Casa Golferichs nos comenta que entre viaje y viaje se refugia en su casa de Calabria, rodeado de sus perros y gatos, para leer y escribir mientras nos muestra orgulloso su foto en el móvil junto a su mascota Quirón.

 

¿Cuál es su lectura respecto al pensamiento contemporáneo de Europa? ¿Estamos perdidos o hay esperanza?

Este es un momento de crisis para Europa. Cada vez más, se están levantando partidos nacionalistas, partidos localistas que piensan en levantar muros, poner separaciones y crear fronteras.

La idea de Europa era aquella en la que cada uno de nosotros podía circular libremente de una nación a otra y sentirnos italianos, españoles, franceses, ingleses… pero al mismo tiempo europeos. Ahora, en lugar de eso hay partidos «empresarios del miedo» que han intentado explotar el sufrimiento de las clases humildes que cada vez son más pobres y de las clases medias que están volviéndose pobres a causa de una crisis que ya desde hace muchos años está poniendo de rodillas a Europa y al mundo.

La idea de Europa era aquella en la que cada uno de nosotros podía circular libremente de una nación a otra y sentirnos italianos, españoles, franceses, ingleses… pero al mismo tiempo europeos

La crisis la han pagado las clases medias y pobres. La insatisfacción de ambas ha provocado una respuesta irracional: la de ver al otro como un enemigo y por lo tanto, considerar a las personas que se mueven de un país a otro como tales, como un chivo expiatorio responsable de todo su sufrimiento. Este es un relato que los partidos, estos empresarios del miedo, -repite- han aprovechado en su propio beneficio y están recolectando éxitos en todos los países europeos. Yo veo muy grave esta situación.

Claramente, la responsabilidad de todo esto está también en una clase política anterior que no ha pensado en la creación de Europa y que ha preferido favorecer y enriquecer a la banca y a las finanzas. Europa está amenazada. Pienso que lo que estamos viendo todos los días es uno de los peores momentos de la historia de nuestra Europa porque está creando un sentimiento antieuropeo en casi todos los países.

En Italia el antieuropeísmo está calando con fuerza. ¿Cuál es su opinión como italiano?

En estos momentos en Italia tenemos un ministro de Interior que es un populista, un racista y un fascista. Esto es muy grave pero no debemos perder de vista que la culpa de todo ello está también en la política equivocada que hasta ahora han llevado las clases dirigentes europeas. ¿Cómo salir de esto? Se puede conseguir formando generaciones de jóvenes que puedan tener un sentido europeo más fuerte.

La escuela y la universidad deberían ser el lugar donde formar a estos jóvenes, hacerles leer a los clásicos, darles la idea de Europa a través de los grandes autores; porque Don Quijote no es español, Ulises no es griego, Dante no es italiano, son personajes que forman parte ya de la cultura europea. Si hacemos leer los clásicos a los jóvenes, educándoles en una visión más amplia, será posible recuperar algo aunque los tiempos no sean los mejores.

Europa ya pasó por populismos, por crisis económicas y por dos guerras cruentas. ¿Qué no hemos aprendido de la historia europea? 

Hay una gran diferencia. Es cierto que hubo una crisis económica que llevó después a las guerras mundiales pero Europa no existía, al menos formalmente. Ahora tenemos muchos años de Europa a las espaldas tras diecinueve años de moneda única; esta es una percepción muy significativa.

La idea es que existen estas relaciones y que la comunidad intelectual es una comunidad sin fronteras, sin idiomas diferentes

A pesar de todo, al final de la segunda guerra mundial hubo dos grandes pensadores que en una Europa destruida por la guerra trataron de entender cuáles eran los lazos entre los pueblos. Hablo de dos grandes obras, la de Erich Auerbach, escritor de Mímesis (la literatura de Homero a Virginia Woolf) y Ernst Robert Curtius, que abordó la noción de “topos” de la literatura, un tema que desde el mundo clásico llega hasta el siglo XX para entender cómo los clásicos se necesitan el uno al otro.

Si tú lees a Don Quijote y no has leído a Orlando furioso de Ariosto entiendes poco de la obra de Cervantes. Si has leído a John Toland pero no así a Giordano Bruno, entiendes poco del primero. La idea es que existen estas relaciones y que la comunidad intelectual es una comunidad sin fronteras, sin idiomas diferentes. Así que, incluso en ese momento, cuando todo estaba en ruinas se recorre a la literatura para encontrar una unidad.

El estudio de los clásicos ha sido barrido en los planes de estudio progresivamente y su reemplazo pasa por experimentos educativos donde el esfuerzo y el pensamiento crítico han pasado a ser obsoletos. ¿Podríamos decir que en Europa existe un declive generalizado sobre la educación? ¿Qué puede hacerse al respecto?

Se trata de un tema muy complejo. A una pregunta de este tipo no podría responder ni el Oráculo de Delfos. Yo estoy combatiendo desde hace años sobre esto; con mi primer libro, La utilidad de lo inútil, después con Clásicos para la vida y ahora con el tercer libro, -todavía no traducido al español (publicado hace dos meses)- titulado Los hombres no son islas.

La educación orientada hacia el mercado no es solo una cuestión española, italiana o europea, ya es mundial

Es muy difícil encontrar una receta hoy. La educación orientada hacia el mercado no es solo una cuestión española, italiana o europea, ya es mundial. En los países que visito, por ejemplo en América Latina donde hay mucha pobreza, veo también mucho entusiasmo por parte de estudiantes y de algunos profesores que les gustaría reaccionar ante esta deriva que está llevando la educación.

¿Qué hacer? Creo que debemos resistir y cada profesor debe hacerlo. Cuando me hacen esta pregunta respondo siempre con la anécdota de un gran escritor italiano, Andrea Camilleri (autor del Comisario Montalbano). Él ofreció una bella conferencia en el Auditorio de la Música en Roma y contó lo siguiente: «Un día se produce un incendio en el bosque y todos los anímales corren para salvarse del fuego; el último, el rey de la selva, el león. Mientras el león corre ve un pequeño pájaro colibrí que va en dirección contraria. El león le pregunta ¿Dónde vas loco, no ves que hay un incendio? Y el pequeño colibrí le responde: tengo en la boca una gota de rocío y voy a llevarla al fuego». Pienso que esto es lo que podemos hacer. Llevar, cada uno de nosotros, nuestra experiencia personal, la gota de rocío que pueda frenar el incendio.

Usted dice que las universidades funcionan como empresas y los alumnos como sus clientes (por ejemplo, repara en el lenguaje académico de “créditos” y “débitos”), pero al final si un cliente no recibe aquello por lo que ha pagado puede reclamar al proveedor. ¿Cree que esto podría pasar en un futuro con las nuevas generaciones?

Catalunya Vanguardista

El problema es entender por qué pagan los alumnos y ahí está el punto de divergencia. ¿Los estudiantes pagan por aprender o por obtener el diploma académico? Si lo hacen por esto último, el intercambio es perfecto. Yo te pago y tú me das una licenciatura.

Los estudiantes no van a la universidad o al instituto para aprender, ni para convertirse en mejores. Tenemos una sociedad que piensa que hay que estudiar para conseguir un título, no para aprender, este es el tema de fondo dentro del sistema educativo.

Bueno, esto sería una radiografía general pero siempre ha habido un pequeño porcentaje de estudiantes que sí quiere aprender, que les motiva. ¿Es impensable pensar que dentro de esta pequeña franja pueda gestarse un revulsivo que por reacción se extienda al conjunto, una vez vistas las consecuencias?

Eso espero. Quien está motivado, quien tiene una fuerte motivación interior, ni siquiera necesita la universidad. Para aprender puedes hacerlo solo también o puedes aprovechar de los buenos profesores que encuentres en la escuela o la universidad para lograr más, sin limitarte al título. Yo espero que esto pueda suceder.

Lo único que sé es que cuando los estudiantes encuentran un profesor que les hace razonar, que les hace comprender el límite de una concepción del estudio orientada solo al trabajo, los estudiantes reaccionan pues quieren estudiar por motivaciones más elevadas.

HOY LA ESCUELA Y LA UNIVERSIDAD DEBEN PRODUCIR “POLLOS DE ENGORDE”, ESTE ES EL OBJETIVO

El problema es que hoy toda la sociedad te motiva para todo lo contrario. Te hacen entender que debes ir rápido y en cambio el estudio no es velocidad, es lentitud. Te convencen de la utilidad de la diplomatura o la licenciatura cuando no es eso lo que te cambia, es la experiencia que realizas durante el viaje del estudio. Si no hacemos entender esto a los estudiantes es normal que se plieguen a la lógica de esta sociedad. La que quiere hacer de la escuela y de la universidad no un lugar de resistencia a los falsos valores, no un lugar de contestaciones, no un lugar donde formemos mentes críticas. Hoy la escuela y la universidad debe producir “pollos de engorde”, este es el objetivo. Yo creo que un profesor puede cambiar la vida de un estudiante, aun en un contexto brutal como el que estamos viviendo.

Algunos defienden que si cambia el mercado debe cambiar también el sistema educativo

Antes la universidad estaba demasiado desequilibrada respecto a la formación, hoy lo está respecto a la idea del estudio como salida para el mundo laboral. No creo que las soluciones que en la actualidad se defienden puedan ser las mejores. No podemos doblegar el estudio y la universidad bajo las exigencias del mercado.

No creo que las soluciones que en la actualidad se defienden puedan ser las mejores. No podemos doblegar el estudio y la universidad bajo las exigencias del mercado

Hoy los economistas reconocen que el mercado cambia con tal rapidez que aquello que se pide cambiará dentro de diez años o quizá de cinco. Así que el mercado muta con mucha rapidez. Para formar a los jóvenes se necesita tiempo, el ciclo de una formación es de quince años, de manera que cuando se ha formado a estudiantes para un tipo determinado de profesión el trabajo ya no existe.

Cuando los estudiantes son menos cultos se les especializa más así que se convierten en víctimas de un cambio repentino del mercado. La única posibilidad que tenemos es formar estudiantes cultos, con una amplia cultura de base, cuanto más lo sean más posibilidades tendrán de adaptarse a los cambios. Creo que la respuesta es justamente la contraria a la que hoy se está tratando de crear, puesto que se trata de una lógica equivocada.

En Francia, por ejemplo, las nuevas generaciones de inmigrantes que pudieron acceder a la universidad se rebelaron contra el estado diciendo que estaban preparados académicamente, pero que no tenían un trabajo acorde. Esto también ocurre con muchos estudiantes universitarios, ya sean franceses o españoles. ¿Cómo encontrar el equilibrio entre la instrucción académica y las salidas profesionales? 

La concepción del trabajo en sí ha cambiado mucho en los últimos quince años. Todo aquello que hemos conquistado luchando durante décadas hoy se ha convertido en humo. Hay una frase bellísima de Hannah Arendt: “El derecho a tener derechos”, algo que hoy se ha perdido. Hoy, el trabajo se precariza para dar a la empresa la posibilidad de tener las manos libres así que los trabajadores se emplean sin garantías. Estamos perdiendo cosas importantes que habíamos conquistado en el mundo laboral.

En un contexto como este está claro que si tienes un empleo estarás siempre en precario, porque ha cambiado la dimensión del trabajo y de la empresa. Olivetti hablaba de la responsabilidad social del empresario. Hace cincuenta o sesenta años, en Italia, cuando se abría una fábrica no solo servía para enriquecer al propietario. Claro que es justo que el empresario y sus empleados ganen dinero, pero también que todos sean importantes para el crecimiento del territorio.

Una lucha contra las multinacionales significaría ingresar millones en impuestos que hoy no pagan y este dinero supera en mucho lo que invertimos en solidaridad humana

Hoy, las multinacionales están completamente en las antípodas de este modelo. Por eso estoy tan enfadado con los partidos populistas de toda Europa porque protestan diciendo que no es justo que gastemos el dinero con los africanos que llegan cuando hay gente del país que está en la pobreza, es un argumento muy peligroso. Quienes sufren creen que el enemigo está en la migración. No he visto a estos señores luchar en Europa por hacer pagar impuestos a Amazon, Google, Apple…  que ganan millones y no pagan nada. Yo, como profesor pago el 46% en impuestos, ¿Por qué Amazon no debe pagar nada?

Una lucha contra las multinacionales significaría ingresar millones en impuestos que hoy no pagan y este dinero supera en mucho lo que invertimos en solidaridad humana. Es dinero justo que honra a los países que lo gastan. El problema está en cómo contamos las cosas y cómo la gente tiene la posibilidad y la serenidad para entenderlas. Es muy fácil para uno que sufre entender el discurso del populista que le pone encima del plato el chivo expiatorio responsable de su pobreza.

ESTAR INFORMADO NO SIGNIFICA SABER

Muchos confunden la información con el conocimiento. Tenemos una sociedad más informada, es cierto, pero una sociedad que sabe menos. Estar informado no significa saber. Internet y las redes sociales son a menudo espacios donde se consume la banalidad de lugares comunes, de la distorsión de la realidad.

Catalunya Vanguardista

Recientemente ha escrito usted en el Corriere della Sera un artículo donde decía que fiarse de internet es un riesgo, que es una mina de oro para quien sabe, no para quien no sabe

Este es mi caballo de batalla. Lo digo siempre. No estoy contra Internet, ni contra el móvil que me parece un invento extraordinario, pero que se convierte en una trampa cuando no lo estoy usando yo y es el teléfono el que me usa. Hoy, en la escuela recibimos jóvenes que pasan diez horas frente a un videojuego, un teléfono o un ordenador.  Creo que la escuela debería desintoxicarles y en vez de ello, lo que dice es que como a los estudiantes les gustan los dispositivos electrónicos lo que se debe hacer es enseñarles con ellos. Es una estupidez increíble.

Estamos con misiones ministeriales creadas para establecer si uno es mejor impartiendo lecciones con el portátil o si son mejores de forma oral

Estamos con misiones ministeriales creadas para establecer si uno es mejor impartiendo lecciones con el portátil o si son mejores de forma oral. Hoy se dice que las conferencias académicas (cuando un profesor habla frente a sus alumnos) no tienen valor, cuando para mí son lo único que lo tiene, cuando hay un buen profesor.

El problema es que no invertimos lo suficiente en formación docente. En Italia tenemos 200.000 profesores en precario. La escuela moderna es aquella que tiene buenos profesores capaces de motivar a sus estudiantes. ¿Para qué queremos el dinero, para comprar ordenadores?

¿Qué consejo daría a los jóvenes para amar lo inútil?

No tengo una receta, pero les diría que escojan aquello que aman, que escojan la disciplina por la que se apasionan porque quienes experimentan la pasión se preparan hasta tal punto que después pueden tranquilamente vencer una oposición o luchar para conseguir lo que quieren. Si estudias Medicina o Ingeniería sólo para ganar dinero, pero no te gusta, toda tu vida tendrás dinero pero serás infeliz. He escuchado testimonios de muchas personas que en mis conferencias me han dicho cuánto dinero ganaban y lo infelices que se sentían al despertar cada mañana. El dinero es importante porque debemos vivir, pero es más importante hacer aquello en lo que creemos y amamos. Si lo hacemos después encontraremos la forma de vivir dignamente de ello.

La falta de profesores o el penúltimo gran problema del sistema educativo

Imagen: Pixabay

Muchos nos preguntamos qué más ha de ocurrir para que las autoridades educativas vean que el mundo de la enseñanza necesita inexcusablemente un cambio de rumbo (…). ¿Para cuándo llegará a nuestro sistema educativo el político con coraje que le devuelva el deseo de conocimiento, que lo redima de esta impotencia apática inducida por tantos «expertos»?

 

Sofia Insensata & Sever Cremat

Hay una escena genial en la película Il Casanova de Federico Fellini (su lectura de la no menos genial obra del veneciano) que nos narra un episodio muy ilustrativo. Es la historia de una joven enfermiza, una musa pálida y exangüe que, víctima de una debilidad constitutiva, se desmaya constantemente. Cada vez que la pobre Annamaria sufre un desvanecimiento, se llama al médico. Cuando comparece el dottore, provisto de una herramienta cortante y con la seria expresión del experto, su receta es siempre la misma: ¡sangría! El resultado, lógicamente, es que la joven cada día está más débil, paliducha y empeorada. Como en todo clásico que nos habla de la condición humana y nos aporta las claves interpretativas de nuestra existencia, lo que el tándem Casanova/Fellini nos transmite aquí es que los problemas suelen agravarse si les aplicamos, de forma repetida, una solución equivocada. Los presuntos remedios de ciertas seudociencias no sólo no curan la dolencia, sino que la eternizan y agudizan.

Una historia que es una alegoría perfecta de nuestro sistema educativo. Ello suponiendo, claro, que todavía pueda hablarse de sistema educativo (tal vez habría que ir buscando otra denominación). Su debilidad parece endémica, consubstancial, como si formara parte de nuestras esencias colectivas. Niveles irrisorios de conocimientos y competencias (si es que son dos cosas distintas) en los estudiantes, una inducida estandarización mediocre de la profesión docente,  un sistema global y socialmente desprestigiado, incremento de alumnos con trastornos varios y graves problemas conductuales, titulaciones devaluadas de tanta «facilitación», burocratización infinita y omnipresente para disimular la falta de sentido de todo el modelo, centros públicos convertidos en guetos de marginación social, elevado índice de bajas laborales entre los docentes, direcciones desbordadas o directamente histéricas…

Nos hemos habituado ya tanto a este panorama que parece como si las cosas, en materia educativa, no pudieran ser de otra manera. El profundo malestar del mundo educativo y la incesante sintomatología de este organismo enfermo se transmite a los medios y acaba generando preocupación, una preocupación que, con el paso de los años, ha acabado teñida de fatalismo. Es entonces cuando, con algún tema educativo en boca de todo el mundo, llega el «experto» de turno y, con la misma solemnidad que el medicastro felliniano, aunque blandiendo una pantalla táctil en lugar de un bisturí, proclama la charlatanesca solución de siempre, invariablemente la misma: ¡Pedagogía!

La estructura educativa heredada de la LOGSE y su modelo pedagogista, que, en esencia, ninguna ley educativa posterior ha alterado, ni funciona ni ha funcionado nunca. Todos lo sabemos desde hace tiempo: políticos, familias, docentes, alumnos… y, especialmente, exalumnos de la ESO. Todos. El pedagogismo es el núcleo del problema, el fenómeno que genera y empeora todo el resto de los problemas que atenazan al sistema. Un sistema que está mostrando claros signos de implosión y cuyas costuras están reventando por todas partes. Pero ¿cuál es siempre la respuesta de nuestras autoridades educativas? ¿Tal vez intentar recuperar una cierta sensatez educativa? ¿Revaluar los conocimientos y su transmisión? ¿Propiciar que los profesores puedan hacer de profesores y los alumnos de alumnos? ¿Reconvertir los centros educativos en espacios a los que se vaya a estudiar y a aprender? ¿Recuperar conceptos olvidados y estigmatizados, como «exigencia académica»? ¡No! La respuesta siempre es más y más pedagogismo. Últimamente en formato digital, claro, porque la lectura y la escritura son, para los pedagócratas, habilidades periclitadas.

Cuando un estado de cosas es absurdo, cuando un sistema parece actuar con el propósito de negarse a sí mismo, entonces es cuando aparecen los «sorprendentes» efectos indeseados que nadie había previsto. Y es que, en definitiva, lo que es ilógico acaba siempre estallando por algún lado. La penúltima demostración de este síndrome es la falta de profesores solventes. Era inevitable. ¿Qué alumno mínimamente brillante que haya pasado por las deslavazadas aulas públicas de la ESO, y haya sido testigo de tantas humillaciones a los docentes, va a querer dedicarse a esta profesión? Tras lustros y décadas de degradación de la enseñanza pública impulsada por determinadas políticas educativas, y explotada hasta el último euro por las facultades de pedagogía, ¿íbamos a esperar acaso que personas con talento y estudios universitarios siguieran este camino? Años y años culpabilizando a los docentes de todas las calamidades educativas que ellos mismo eran los primeros en padecer; años y años minando cualquier atisbo de prestigio que proviniera del saber; años y años de pedagogismo mediocre y absurdidad burocrática han arrojado finalmente un resultado inesperado, pero contundente: faltan profesores.

Un salario insuficiente y por debajo de lo que corresponde a las categorías equivalentes en la Administración Pública no es que ayude tampoco a encontrar profesores especialistas. Ni la desaparición del Fondo Social Europeo, ni los recortes aplicados, nunca restituidos. Pero aquí lo esencial es que un profesor bien formado y con cierto grado de vocación, sabe perfectamente que en la enseñanza pública le tocará hacer de todo, menos de profesor. Esa es, realmente, la cuestión. Las vocaciones de asistente social, de orientador, de psicólogo o de monitor de entretenimiento son muy loables y meritorias, pero no son lo mismo que la de profesor. La versión trasnochada y talibana del constructivismo pedagógico ha proscrito la figura del docente amante de los conocimientos que transmite a los alumnos, a la vez que estimula su curiosidad intelectual y el deseo de aprender saberes científicos o humanísticos -estos últimos ya prácticamente en la clandestinidad-. ¡Cómo íbamos a extrañarnos de que jóvenes cultivados y con criterio, con autoestima académica y cultural, no quieran formar parte de un sistema que promueve la ignorancia y que no enaltece las materias de estudio!

Muchos nos preguntamos qué más ha de ocurrir para que las autoridades educativas vean que el mundo de la enseñanza necesita inexcusablemente un cambio de rumbo. Se nos habla del acompañamiento emocional del alumno. Sí, cómo no; el profesor que no empatiza con sus alumnos –como grupo e individualmente- no es un buen profesional. Pero la auténtica misión de un instituto -que no es la misma que la de un centro de acogida o de actividades lúdicas- es la de garantizar un acompañamiento académico y el desarrollo de sus potenciales capacidades de aprendizaje. Sólo desde el cumplimiento de esta encomienda formativa, que es la razón de ser de un instituto, el centro podrá también acompañar adecuadamente a los discentes en su maduración personal y en su proyección social. Y ahora la pregunta pertinente sería, ¿Por qué razón hemos de estar hablando de una cosa tan obvia? ¿Cómo hemos llegado a confundir tan torpemente lo que es nuclear con lo que es complementario?

Hoy en día la escuela, la institución educativa, parece que está cargando sobre sus espaldas todos los males de la sociedad, que no son pocos. Esto lleva a una situación explosiva y a que, ciertamente, el profesorado de perfil académico no se sienta especialmente llamado a trabajar en este tipo de escuela. El resultado es que nuestro sistema educativo ni está haciendo bien su función primordial –enseñar, capacitar, desarrollar talentos…- ni está tampoco resultando exitoso en sus nuevas funciones sobrevenidas, de acompañamiento de unos adolescentes con problemáticas personales y actitudes sociales cada vez más complejas. La institución educativa no puede con todo, ni le corresponde afrontarlo. El modelo actual no es sólo un rotundo y sostenido fracaso académico; lo es también en la gestión de conflictos de origen extraeducativo (que no son responsabilidad suya), en la promoción de la integración social y en el ofrecimiento de auténticas oportunidades educativas –no un mero placebo- a los sectores sociales más desfavorecidos.

En la película de Fellini, y visto que el tratamiento a base de sangrías que recibe Annamaria la está matando, Casanova decide actuar por su cuenta, seducirla y acostarse con ella. El resultado es que la damisela revive, el buen color y la sonrisa vuelven a su rostro. ¿Para cuándo llegará a nuestro sistema educativo el político con coraje que le devuelva el deseo de conocimiento, que lo redima de esta impotencia apática inducida por tantos «expertos»? ¿Quién osará seducir a la educación catalana con el amor al saber y la librará del pedagocrático estado de postración actual? Que venga, pero que no se demore, o será demasiado tarde.

«De la especialidad a los ámbitos». Aspectos jurídicos y no tan jurídicos

El 18 de abril se publicó en el BOE el  Real Decreto de Especialidades que afecta tanto a Secundaria, como Bachillerato, FP y enseñanzas de régimen especial. Esta medida enmarcada en la LOMLOE afecta al programa de “diversificación curricular” que va hundiendo progresivamente la especialidad. Pero, ¿Qué puede hacer el especialista (el profesor de Secundaria) ante una imposición normativa de esta naturaleza?

 

Para acceder al webinar clica sobre la imagen:

• Felipe de Vicente. Licenciado en Filosofía. Doctor en Historia. Funcionario del cuerpo de Catedráticos de Enseñanza Secundaria, especialidad Geografía e historia (1984-2016). Profesor de Historia Económica de España, Universitat de Barcelona (1987-2002). Consejero Titular del Consejo Escolar del Estado por el grupo de personalidades de reconocido prestigio. Vicepresidente de la Fundación Episteme.

• Ignasi Fernández Daroca. Licenciado en Filología anglogermánica. Licenciado en Derecho. Traductor jurado alemán-catalán-español. Catedrático del cuerpo de Secundaria, especialidad inglés. Profesor de inglés en Secundaria. Profesor asociado de alemán en URV cursos 2000 a 2002. Abogado ejerciente desde 2001. Vocal de la Fundación Episteme.

Modera: Eva Serra, directora ejecutiva de la Fundación Episteme.

Fòrum en formato seminario virtual “webinar” celebrado el miércoles, 31 de mayo de 2023.

Idioma: Catalán.

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