Inicio Blog Página 6

La paradoja de las especialidades docentes

Pixabay

¿No será que se pretende diluir las especialidades docentes para debilitar la autoridad académica del profesorado y situarlo en una posición supeditada al beneplácito de los cargos de gestión? Tal vez el objetivo no sea innovar ni garantizar la libertad y la igualdad sino, sencillamente, controlar.

 

Josep Otón 

El miércoles 31 de mayo, la Fundación Episteme ha organizado un webinar titulado «De la especialidad a los ámbitos. Aspectos jurídicos y no tan jurídicos».  intervendrán dos expertos: Felipe de Vicente, vicepresidente de la Fundación Episteme y Consejero Titular del Consejo Escolar del Estado por el grupo de personalidades de reconocido prestigio, e Ignasi Fernández Daroca, abogado del Sindicato de Profesores de Secundaria (aspepc·sps) y docente.

La razón de este webinar es la reciente publicación del Real Decreto de Especialidades que, de acuerdo con la reforma educativa conocida como LOMLOE, introduce la docencia por ámbitos.

Por supuesto, que un mismo docente imparta dos materias en un mismo grupo no es, ni mucho menos, una práctica nueva, pero ahora se presenta como una innovación. Se argumenta que es conveniente reducir el número de docentes que intervienen en un nivel y, a la vez, potenciar la interdisciplinariedad.

Aun así, a menudo pienso que detrás de estas propuestas supuestamente innovadoras subyace un sentimiento de antiespecialización, como si se tratara una vulneración a la libertad y a la igualdad.

Dicho con otras palabras, parece que se quiera dar a entender que las especialidades docentes van en detrimento de la flexibilidad y, por lo tanto, coartan la libertad de los centros. Así, se presentan las asignaturas como un corsé rígido que constriñe las posibilidades del aprendizaje. Y, por otro lado, generan una catalogación del profesorado que dificulta establecer unas relaciones igualitarias.

Sin duda, en el webinar se abordarán cuestiones explícitamente legales y otras, como hasta qué punto la especialidad incide en la calidad de la educación, que tienen base jurídica. Por lo tanto, no entraré en estos aspectos y animo a todo el mundo a asistir a esta sesión telemática.

Ahora bien, quiero expresar mi sorpresa o, mejor dicho, perplejidad. En el II Congreso de expertos docentes, ya aporté algunas reflexiones sobre los ámbitos, y ahora querría añadir otra consideración.

Paradójicamente, resulta que los críticos con las especialidades docentes suelen ser los mismos que proponen su particular forma de especialización. Lo intento explicar. Cuando se critican las especialidades docentes a menudo se habla de corporativismo, compartimentos estancos, cierto elitismo… Sin embargo, estas especialidades se basan en criterios objetivamente académicos. Detrás de cada especialidad hay una historia del desarrollo científico y cultural, unas facultades universitarias, unos colegios o asociaciones profesionales y, sobre todo, un consenso social. Y todo esto queda recogido en un marco jurídico que evita arbitrariedades y garantiza la educación universal al proporcionar el acceso al conocimiento a todo alumnado gracias a la regulación de la función docente.

Aun así, ahora está de moda desregular, pero, en el fondo, no es cierto. Se propone una sobrerregulación. A la hora de la verdad, los mismos que critican las especialidades docentes crean de nuevas, denominadas perfiles. Una hiperespecialización acreditada a través de una entrevista en la que se pueden llegar a valorar “otros conocimientos, habilidades y aptitudes específicas sobre los contenidos funcionales y las características específicas del puesto de trabajo.”

En efecto, cuando se reclaman, legítimamente o no, profesores que ocupen plazas perfiladas, se está transfiriendo la competencia de decidir en qué consiste una especialidad a una instancia de la administración para la cual, quizás, no es competente.

¿No será que se pretende diluir las especialidades docentes para debilitar la autoridad académica del profesorado y situarlo en una posición supeditada al beneplácito de los cargos de gestión? Tal vez el objetivo no sea innovar ni garantizar la libertad y la igualdad sino, sencillamente, controlar.

____

Josep Oton es catedrático de Historia y secretario de la Fundación Episteme.

«De la especialidad a los ámbitos». Aspectos jurídicos y no tan jurídicos

El 18 de abril se publicó en el BOE el  Real Decreto de Especialidades que afecta tanto a Secundaria, como Bachillerato, FP y enseñanzas de régimen especial. Esta medida enmarcada en la LOMLOE afecta al programa de “diversificación curricular” que va hundiendo progresivamente la especialidad, un requisito indispensable tanto para la adquisición de conocimientos de los alumnos como para la correcta transmisión de materias del especialista (el profesor), y se diluye en un terreno académico sin contrastación llamado “ámbitos”. Pero, ¿Qué puede hacer el especialista (el profesor de Secundaria) ante una imposición normativa de esta naturaleza?

 

Bajo el título «De la especialidad a los ámbitos», el próximo 31 de mayo a las 18:30 horas, Fòrum Episteme revisará los aspectos jurídicos y no tan jurídicos de este RD, a manos de dos reconocidos docentes: Felipe de Vicente, Consejero Titular del Consejo Escolar del Estado por el grupo de personalidades de reconocido prestigio, con más de 30 años de experiencia en las aulas junto a Ignasi Fernández Daroca, abogado del Sindicato de Profesores de Secundaria (aspepc·sps) y docente. Se revisará cómo poder hacer frente a la facultad y el rigor de transmitir conocimiento en las aulas desde la ley y se ofrecerán pautas prácticas para preservar el derecho y el deber de la especialidad.

Para reservar su asistencia puede hacerlo a través de este enlace o clicando sobre las imágenes. El registro es gratuito:

 

Felipe de Vicente. Licenciado en Filosofía. Doctor en Historia. Funcionario del cuerpo de Catedráticos de Enseñanza Secundaria, especialidad Geografía e historia (1984-2016). Profesor de Historia Económica de España, Universitat de Barcelona (1987-2002). Consejero Titular del Consejo Escolar del Estado por el grupo de personalidades de reconocido prestigio. Vicepresidente de la Fundación Episteme.

Ignasi Fernández Daroca. Licenciado en Filología anglogermánica. Licenciado en Derecho. Traductor jurado alemán-catalán-español. Catedrático del cuerpo de Secundaria, especialidad inglés. Profesor de inglés en Secundaria. Profesor asociado de alemán en URV cursos 2000 a 2002. Abogado ejerciente desde 2001. Vocal de la Fundación Episteme.

No two Alike (No hay dos iguales)

Detalle de la portada del libro de Harris "No hay dos iguales" (2014, editorial Funambulista)

¿Por qué las familias y los centros están tan convencidos de la importancia crucial que tienen en la vida de sus hijos y alumnos?, ¿Por qué los padres y profesores creen que el éxito o el fracaso de sus descendientes y discípulos en el futuro depende de lo que hagan hoy en casa y en la escuela? Lo cierto es que son factores menos importantes y con menos posibilidades de lo que nos gustaría esperar; aunque para una minoría sí sean decisivos.

 

Yeray Rogel Seoane @YerayRogel

Empecemos por el principio, Harris describe la niñez en las sociedades primitivas: «Es difícil imaginarse lo que debía de ser la crianza de un hijo en tales condiciones. Habrías de cargar con el niño a todas partes durante tres o cuatro años hasta que pudiera caminar lo suficientemente bien como para no quedarse rezagado del grupo. A través de la lluvia, el viento y la noche tendrías que andar penosamente con esta pequeña criatura mojada, sucia y hambrienta allá donde fueras. Se necesitaba un esfuerzo tremendo sólo para mantener a un niño con vida, pero nuestros ancestros tuvieron que hacerlo porque aquí estamos». Hemos mejorado mucho en la crianza, en la manutención de las criaturas, en asegurar su supervivencia física. Tanto que, en las sociedades abiertas, donde la mortalidad infantil es un obsoleto y sórdido recuerdo, la educación se inscribe dentro del marco de la ilustración: la promoción de la libertad como emancipación histórica, el conocimiento racional del mundo, y el nosce te ipsun (conócete a ti mismo). El dilema, por lo tanto, ya no es sólo cómo mantenernos vivos sino preguntarnos quiénes somos.

Portada del libro de Judith Rich Harris.

En su extraordinario libro No hay dos iguales (2014, editorial Funambulista) Judith Rich Harris expone apasionadamente qué somos para responder quién soy, y lo hace con formidable solidez argumentando sobre el misterio de la individualidad humana: ¿por qué no hay dos personas iguales?, ¿por qué gemelos educados en el mismo hogar que comparten los mismos genes difieren tanto en personalidad y comportamiento? Harris pretende desacreditar cinco pistas falsas que la psicología utiliza para explicar los procesos de individuación: la herencia genética, el entorno familiar, la educación en la escuela, el orden de nacimiento, y la interacción y correlaciones entre herencia genética y entorno. Para ello tiene que desmontar los mitos de la educación y la familia, atribuyendo como factores determinantes de la singularización y el carácter – ¿Y quién osaría decir también el Destino? – el resultado combinado de la genética y la influencia que desarrolla sobre el individuo las abstracciones (los memes) del grupo donde socializa. Los individuos no son socializados solamente por las relaciones directas con sus compañeros de escuela o por sus interrelaciones con otros pares en la familia o el barrio, sino que con mayor intensidad lo son por la identificación con una categoría social y el propio esfuerzo por emular las figuras que de ella se derivan. Motivados por un sistema competitivo para adaptar su comportamiento al del prototipo. En fin, representar un miembro particular del tipo medio de estereotipos sociales de la comunidad en que se inscribe, donde el complejo sistema de premios y castigos que impone la costumbre no es suficiente para explicar por qué la mayoría de los niños quieren ser como los demás de su misma edad y sexo. Harris además reduce la influencia de la genética a un 30% o 35% -ya que no sabemos casi nada acerca del modo en que los genes producen esos efectos-, diez puntos menos de lo que suelen hacerlo genetistas conductistas y sociobiólogos, excesivamente orgullosos de su infatuada disciplina, para priorizar el efecto decisivo de la socialización sin sucumbir por ello a la tentadora negación culturalista de la biología.

Como sería una estupidez intentar resumir una obra de 400 páginas en un simple artículo, ¡de lo contrario habría escrito yo ese maldito y fascinante libro!, mi obligación es intentar desplegar su significado centrándome en la escuela y su relación con la sociedad. ¿Por qué las familias y los centros están tan convencidos de la importancia crucial que tienen en la vida de sus hijos y alumnos?, ¿Por qué los padres y profesores creen que el éxito o el fracaso de sus descendientes y discípulos en el futuro depende de lo que hagan hoy en casa y en la escuela? Lo cierto es que son factores menos importantes y con menos posibilidades de lo que nos gustaría esperar; aunque para una minoría sí sean decisivos. El gran condicionamiento para la mayoría son los modos de regulación social del deseo, la producción de códigos y normas para conseguirlos, y las posibilidades económicas para desarrollarlos. Sin embargo, nunca hemos podido renunciar a las hipérboles educativas, tal como escribe Arcadi Espada en el postfacio, porque la educación, como la libertad, es una de las bellas cosas ilusorias a las que el hombre no puede renunciar sin desmentir de su condición”. La escuela hace que los niños encajen en la sociedad, por lo tanto, que sean más semejantes los unos a los otros (no más iguales políticamente), más homogéneos y uniformes, pero no explica en origen las diferencias que crean el antagonismo y la desigualdad. La infancia es un momento crucial neurofisiológicamente pero menos significativo educativamente, aunque parezca un contrasentido. Es un momento evolutivo, pero no culturalmente relevante. Es el sistema de relaciones, de socialización y de competición, los tres mecanismos del cerebro para procesar la información sobre personas y estereotipos sociales, lo que puede explicar las diferencias. Y esos sistemas consisten en, sucesivamente, el modo de elegir y decidir sobre los individuos con los que establecemos vínculos afectivos o de rechazo, la adaptación a la cultura, a sus reglas y su compleja red normativa, y a competir en busca del reconocimiento para ser mejor que los rivales y hacer que los otros nos admiren y nos amen más que a los demás; al estilo de los infantes cuando todo lo que hacen va dirigido a que sus madres les quieran. Así de rotunda se muestra la Harris.

Las influencias ambientales socioculturales de la personalidad y la individuación suceden con mayor fuerza, precisión y duración en las etapas finales de la juventud y en la vida adulta, cuando se han vivido degradantes experiencias formativas en la sociedad (la sucesiva pérdida de lo que amamos, el completo diccionario de adioses), y no en la infancia como generalmente se cree. Nos determina más la división del trabajo, el injusto reparto de la riqueza, las condiciones de precarización, el sistema competitivo, la base genética, y los acontecimientos traumáticos del mundo político, que los innovadores métodos pedagógicos y los nuevos modelos educativos (los rasgos de la personalidad del niño que se mantienen de adulto, la constante del carácter que lo hace reconocible con una frágil identidad, se deben a los genes y a la naturaleza humana; no a la educación o la cultura, mucho más variable y plural). No creo que la educación tenga un gran poder positivo y afirmativo para conformar personalidades ni producir transformaciones sociales, sin embargo, creo que puede ser un gran bastión de resistencia moral e intelectual, también estética, contra la tiranía del cliché y el consumo, la prisa y la incompetencia, la posverdad y el relativismo moral, la huida permanente y la alienación del futuro. Quizá su función política más importante (más allá de asegurar el clásico aprendizaje de saberes y conocimientos) es proporcionar un carácter negativo para la libertad que disuelva todas esas perniciosas formas autoritarias de supresión del individuo y su autonomía. Vidas extraviadas en la vacuidad rutinaria del comercio en el capitalismo tardío.

Harris puede ayudar a liberarnos al mismo tiempo de la culpa paternofilial, los complejos pedagógicos que nos atormentan y el fatalismo educativo. Nos evita caer en el utopismo y distopismo político al no comprometer de manera definitiva el destino personal y político de nuestra descendencia a las deficiencias del sistema educativo y a las estructuras de dominación familiar, sea cual sea el modelo de familia. Harris, con la claridad de su prosa y la belleza de su pensamiento, nos invita a polemizar sobre el inquietante principio de individuación sin atender a los mitos. ¡Háganlo!

___

Yeray Rogel Seoane (Barcelona, 1993), es licenciado en Filosofía por la UB. Editor de los blogs La víbora celta y Crónicas del desengañodedicados al análisis y crítica cultural del mundo político y la sociedad mediática. Actualmente prepara un ensayo biográfico (recogiendo la vida y obra de Gregorio Morán y Santiago López Petit) sobre la memoria política y cultural de la Transición.

La defensa de las Humanidades reúne a más de 600 docentes y expertos de España e Iberoamérica

Fotógrafo: Jorge Zorrilla.

Los retos y oportunidades de la inteligencia artificial en la educación o el cultivo de la espiritualidad como herramienta para mejorar la salud mental de los jóvenes fueron algunos de los temas tratados en el I Encuentro Iberoamericano de Profesores de Humanidades, que reunió en CaixaForum Madrid a cientos de docentes y humanistas, entre ellos, Fernando Savater, Andreas Schleicher, Javier Urra y la directora de la Real Academia de la Historia, Carmen Iglesias.

 

CaixaForum Madrid acogió el pasado sábado 6 de mayo, el I Encuentro Iberoamericano de Profesores de Humanidades, organizado por Siena Educación —editor del periódico MAGISTERIO— con el objetivo de impulsar iniciativas en favor de la enseñanza de las Humanidades en la escuela.

“No hay que salvar a las Humanidades, son las Humanidades las que han venido a salvarnos”. Así abría el acto José María de Moya, director general de Siena Educación, que estuvo acompañado por Mariano Jabonero, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), y Amador Sánchez, decano del Colegio Oficial de Docentes de Madrid. Jabonero incidió en que “a través de las Humanidades podemos alcanzar una sociedad más justa y libre”, mientras que Sánchez puso el acento en “el contexto de equilibrio imprescindible” del que deben gozar las Humanidades con el resto de disciplinas: “La educación en valores es fundamental y las Humanidades encierran la esencia de todos los valores”, añadió.

Fernando Savater (filósofo y escritor): “Si abandonamos las Humanidades, estamos
destinados a convertirnos en máquinas”.

La conferencia inaugural corrió a cargo del filósofo y escritor Fernando Savater, que bajo el título Los exploradores del espíritu pronunció un discurso en defensa de las Humanidades: “Si las abandonamos, estamos destinados a convertirnos en máquinas que no se paran a pensar ni buscan el sentido que necesitamos”. En esta línea, se refirió a la tarea de quienes hoy se dedican a las Humanidades como “humanismo a contracorriente” porque, en sus palabras, “ensalzar lo humano es visto como una forma de arrogancia, mientras que borrar lo específico de lo humano es aplaudido”. Propuso, así, “educar más el ser que el hacer” y recordó: “Las ciencias se ocupan de lo que hacemos; las Humanidades de lo que somos”.

La relación de las Humanidades con la tecnología, la salud mental y la literatura fueron los
temas que ocuparon los tres conversatorios del encuentro. En el primero Richard
Benjamins, responsable de la estrategia de inteligencia artificial de Telefónica, e Ignacio
López-Goñi, catedrático de Microbiología, debatieron sobre los retos y oportunidades que
la inteligencia artificial o el transhumanismo plantean a educadores, familias y alumnos.

En este sentido, Benjamins señaló como primera tarea desmitificar: “Herramientas como
ChatGPT no van a hacer que los alumnos se esfuercen o piensen menos; al revés, es
una oportunidad para hacerles pensar más o de una forma distinta y que así sean capaces
de distinguir los sesgos”. Aseguró que “al igual que hoy tenemos sistemas antiplagio o
antispam, pronto sucederá lo mismo con herramientas como ChatGPT”. López-Goñi sostuvo que “la ciencia también es cultura”. Por eso, en su opinión, “es un error dividir tan pronto a los jóvenes en ciencias y letras, así como fomentar que los ‘listos’ vayan a ciencias; necesitamos una educación holística”. Como científico recordó, además, que “necesitamos una ciencia experimental, pero también tenemos que pensarla”.

Javier Urra, doctor en Psicología y exdefensor del Menor; y Noël Sèmassa, psicólogo y V Premio de Ensayo Teológico Joven PPC. Foto: Jorge Zorrilla

La salud mental del alumnado ocupó el segundo conversatorio, que bajo el título Psicología
y espiritualidad reunió a José Antonio Luengo, decano del Colegio Oficial de la Psicología
de Madrid; Javier Urra, doctor en Psicología y exdefensor del Menor; y Noël Sèmassa, psicólogo y V Premio de Ensayo Teológico Joven PPC. Luengo aseguró que “los profesores
recibimos a chicos con muchas mochilas, pero no podemos dejar a la escuela toda la
responsabilidad” y advirtió que “determinadas tecnologías han sido diseñadas para crear adicción”. Urra, por su parte, alertó de que “los docentes están sosteniendo una infancia y una juventud a la deriva y desilusionadas por falta de sentido de trascendencia” y urgió “cuidar la salud mental de los niños, ya que el 70% de las enfermedades psíquicas tiene su raíz en la infancia». Se refirió así a la escuela como “el fonendoscopio de la sociedad” y propuso que “en la actual sociedad del ‘yo’ hay que poner más el acento en el ‘tú’”. Sèmassa puso el acento en el papel de la familia: “Los padres deben dedicar tiempo
a la formación espiritual de sus hijos para que encuentren un sentido a la vida”.

La novela histórica protagonizó el último de los conversatorios, en el que Antonio Pérez
Henares e Isabel San Sebastián, presidente y vicepresidenta de la asociación Escritores
con la Historia, pusieron de relevancia el papel cada vez más importante de este género
literario para enseñar de forma rigurosa y amena la historia. Pérez Henares argumentó que
“la novela histórica puede contribuir a contestar y replicar a esta nueva moda que
pretende no solo reescribir, sino también borrar y cancelar nuestro pasado”. En la
misma línea, San Sebastián tildó de “barbaridad” el que “hoy se juzguen hechos
acaecidos hace mil años con criterios contemporáneos” y se refirió a la novela histórica
como “una herramienta pedagógica de primera magnitud que presenta la historia no
como un ejercicio memorístico aburrido, sino como una aventura”.

La novela histórica protagonizó el último de los conversatorios, con Antonio Pérez Henares e Isabel San Sebastián. Foto: Jorge Zorrilla

El panorama internacional de las Humanidades lo expuso Andreas Schleicher, director del
área educativa de la OCDE, quien citó “el sentido, la compasión, la relación con otras
culturas y las tradiciones” como “aquello que nos diferencia como personas humanas”. “En
un mundo donde la tecnología nos modela la vida, tenemos que preguntarnos qué
nos identifica”, añadió. El acto de clausura corrió a cargo de Carmen Iglesias, directora
de la Real Academia de la Historia, que además de presentar el pionero portal Historia
Hispánica junto a su director técnico, Jaime Olmedo, recordó que “la enseñanza de la
historia y las Humanidades es prioritaria”. Por otra parte, elogió la labor de los docentes
de Educación Primaria y Secundaria porque “constituyen el momento en que se forma y se
decide la persona y la personalidad del joven”. Recordó, en este sentido, que “el gusto por
saber, la curiosidad o la autoestima nacen y se forjan en el sistema escolar”.

El encuentro, que también pudo seguirse por streaming y que tendrá una segunda edición
el 12 de abril de 2024, reunió a más de 600 profesores de España e Iberoamérica, entre
ellos, 30 de los mejores docentes de Historia, Filosofía y Religión, que impartieron formaciones y compartieron proyectos y experiencias pedagógicas para hacer más
innovadoras las clases de Humanidades. A estas tres asignaturas, se sumarán el año que
viene Latín, Griego y Literatura. Los docentes también tuvieron oportunidad de dialogar
en un espacio donde el youtuber Enric F. Gel, el escritor Carlos Goñi, el activista por las
Humanidades Emilio del Río y Gonzalo Mendoza, fundador de la Escuela de Filosofía de
Madrid, abordaron la filosofía desde otros escenarios, como las redes sociales, la empresa
y la familia.

El presidente de la Fundación Episteme, Xavier Massó ofreció una reflexión sobre «Enseñar Filosofía a través del cine». Foto: Jorge Zorrilla

En el marco del encuentro, y con la colaboración de Vicens Vives y Puy du Fou, también se
hizo entrega de los I Premios Haz apasionantes tus clases de Historia, donde más de 200 profesores de esta materia han podido presentar sus metodologías y estrategias innovadoras para hacer más atractiva la enseñanza de la Historia a una generación de jóvenes marcada por la dispersión y las nuevas tecnologías.

 

Citas destacadas:

Fernando Savater (filósofo y escritor): “Si abandonamos las Humanidades, estamos
destinados a convertirnos en máquinas”.

Richard Benjamins (experto en inteligencia artificial): “ChatGPT no va a hacer que
los alumnos se esfuercen o piensen menos; al revés, es una oportunidad para
hacerles pensar más”.

Javier Urra (psicólogo y exdefensor del Menor): “En la actual sociedad del ‘yo’ hay
que poner más el acento en el ‘tú’”.

Andreas Schelicher (director de Educación de la OCDE): “En un mundo donde la
tecnología nos modela la vida, tenemos que preguntarnos qué nos identifica”.

José Antonio Luengo (decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid):
“Determinadas tecnologías han sido diseñadas para crear adicción”.

Carmen Iglesias (directora de la Real Academia de la Historia): “La enseñanza de la
historia y las Humanidades es prioritaria”.

Antonio Pérez Henares (presidente de la asociación Escritores con la Historia): “La
novela histórica puede contribuir a contestar y replicar a esta nueva moda que
pretende borrar y cancelar nuestro pasado”.

Isabel San Sebastián (periodista y escritora): “Que hoy se juzguen hechos
acaecidos hace mil años con criterios contemporáneos es una barbaridad”.

Las Humanidades frente a la cursilería educativa

Webinar «Las Humanidades frente a la cursilería educativa», con el doctor en filosofía y escritor Enrique Gómez León, quien recientemente acaba de publicar Mamotretos y armatostes. Presentación del cursifacha (Varía Editio, 2022) un libro tan lleno de sentido del humor como de profundidad de análisis. Con él y junto a la intervención de Xavier Massó Aguadé, catedrático de filosofía y escritor, se reflexiona sobre la «Falacia idealista» y la figura del «Cursifacha».

 

Para acceder al webinar clica sobre la imagen:

 

Enrique Gómez León. Doctor en filosofía y escritor. Entre 1987 y 2020 ha impartido clases de filosofía en cuatro institutos de Tarragona, así como en la UB, el colegio alemán de Barcelona y la URV. Su último libro se titula Mamotretos y armatostes. Presentación del cursifacha (Varia Editio, 2022).

Xavier Massó Aguadé. Licenciado en Filosofía y en Antropología Social y Cultural. Catedrático de Enseñanzas Secundarias por la especialidad de Filosofía. Presidente de la Fundación Episteme. Autor del libro, El fin de la educación (Akal, 2021) y coautor de La educación cancelada (Sloper, 2022).

Modera: Eva Serra, directora ejecutiva de la Fundación Episteme.

Fòrum en formato seminario virtual “webinar” celebrado el miércoles, 26 de abril de 2023.

Idioma: castellano.

Branding educativo

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Quizás los centros escolares tendrían que ser “franquicias”, espacios libres de servilismos extraeducativos. Entonces sería posible recuperar la confianza en los docentes que han acreditado su competencia profesional. Como personas preparadas para enseñar el oficio de aprender son una auténtica marca de calidad. 

 

Josep Otón

Una de las técnicas de marketing más utilizadas por los profesionales de la publicidad es el “branding”. Esta estrategia comercial consiste en construir una identidad corporativa dotada de unas características que permiten sintonizar emocionalmente con el posible cliente. La imagen que ofrece la marca facilita el trabajo de dar a conocer el producto y motivar su compra.

Parece que esta estrategia empresarial está invadiendo el mundo educativo. Proliferan nuevos “productos” o, mejor dicho, “nuevas marcas”, que siguen los principios del “branding”. Nombres basados en siglas o acrónimos: ABP (Aprendizaje basado en proyectos) o DUA (Diseño universal para el aprendizaje). No faltan anglicismos como “Flipped classroom”, “Gamificación” o “Coach”. O bien se utilizan términos que evocan otros contextos culturales: “Sensei” (programa de formación inicial de docentes).

Da la sensación que modificando la nomenclatura se llega a aportar cierta originalidad cuando, de hecho, muchos de estos “productos” ya existían previamente. Quizás se los maquilla y se los rebautiza para revestirlos con un carácter innovador o de mayor eficiencia. De todos modos, no dejan de ser una marca diseñada con técnicas de marketing.

Hay que tener presente que la definición de una marca no siempre parte de la calidad o de la originalidad del producto. Muchas veces se basa en lo que es capaz de sugerir el logotipo o el nombre. Se trata de una estrategia que apela a las motivaciones inconscientes del consumidor, a los recuerdos evocados, y a las inercias del colectivo, del cual el individuo no se quiere desligar. A pesar de reivindicar el hecho diferencial de ser uno mismo, el miedo a la soledad nos impele a buscar el cobijo del colectivo.

La palabra “brand” hace referencia a la costumbre de marcar el ganado a fuego con el anagrama del propietario. Y esto, lamentablemente, también sucedía con los esclavos que eran marcados por los amos. Invirtiendo el sentido del término, tal vez podemos afirmar que al fidelizarnos a una marca -comercial, pero también cultural, social o política- en realidad nos estamos marcando como miembros de un colectivo y renunciamos a una parte de nuestra particularidad.

Dicho con otras palabras, a menudo compramos un producto, no porque responde a nuestras necesidades reales, sino porque satisface nuestras necesidades imaginarias de adscribirnos a un determinado grupo de consumidores que nos proporciona una identidad. Adquirimos aceptación social comprando artículos de marcas reconocidas. Y, en el mundo educativo, las “nuevas marcas” nos pueden hacer sentir modernos para distanciarnos así de prácticas más tradicionales consideradas obsoletas.

Aun así, es posible explorar otro sentido del concepto “marca” más próximo a la experiencia educativa. En la época preindustrial, los artesanos de un taller, sobre todo los canteros, grababan su propia marca. Mejor dicho, era la marca del “maestro”, del profesional que había demostrado su valía con la realización de una obra maestra. Desde la autoridad proporcionada por el prestigio podían enseñar el oficio a los aprendices.

Y, puestos a emprender viajes en el tiempo, podríamos aproximarnos también al término “franquicia”. Actualmente alude a la autorización otorgada por una empresa para la explotación de un producto de su marca comercial. Ahora bien, este término, así como “zona franca”, proviene de la Edad Media y hace referencia a los territorios que estaban a disposición de los extranjeros (los “francos”) y, por lo tanto, libres de la jurisdicción de los señores feudales.

Quizás los centros escolares tendrían que ser “franquicias”, espacios libres de servilismos extraeducativos. Entonces sería posible recuperar la confianza en los docentes que han acreditado su competencia profesional. Como personas preparadas para enseñar el oficio de aprender son una auténtica marca de calidad.

Sí, se tendría que asociar el prestigio a las personas, a los buenos profesionales, y no a artificios lingüísticos que, por más modernos, originales y atractivos que parezcan, pueden ser una artimaña comercial.

____

Josep Oton es catedrático de Historia y secretario de la Fundación Episteme.

Monederos falsos

De Monnaie de Paris (banknote), European Central Bank (photograph) - Banque de France (banknote), Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7813046

Julián Marías en su artículo Monederos falsos recordaba que en los billetes del Banco de Francia había una inscripción de advertencia para los delincuentes que decía: “los falsificadores serán condenados a trabajos forzados a perpetuidad”. Lo cual tenía su gracia, el falsificador tenía que dictar su propia sentencia en el billete que falsificaba. ¿A quién no le atrae esa imagen al pensar en nuestros queridos educadores terapéuticos y pedagogos competenciales?

 

Yeray Rogel Seoane @YerayRogel

Desde hace un tiempo se ha instaurado un discurso apocalíptico en la conversación pública española, influyendo de manera crucial en las decisiones gubernamentales y su réplica desde la sociedad civil. Un mundo que ha perdido totalmente su inocencia, en la paulatina degradación de la responsabilidad y una continúa recuperación de la irracionalidad, no parecen los cimientos más estables para revertir la mala situación ni combatir los problemas tradicionales de la política: pestes, guerras, genocidios, tiranías, colapsos económicos. Entiéndase, la crisis económica como forma de gobierno neoliberal, la pandemia y su deriva oscurantista, y la actual guerra de Ucrania como guerra interpuesta entre las dos grandes potencias nucleares, parecen justificar las tentaciones apocalípticas.

No es descabellado pensar, sin embargo, que el problema original de nuestro tiempo no se cifra tanto en lo que denuncia el discurso fatalista como en la credibilidad que ostenta. La existencia de una omnipresente ideología de la catástrofe supone uno de los principales problemas de nuestro tiempo. Ignorar la realidad es un síntoma inequívoco de decadencia y fragilidad política, esa ceguera voluntaria impone el abandono de nuestro presente al espíritu del caos. La distopía es la sencilla destrucción del futuro por un pesimismo organizado estéticamente, y en la medida en que es una descripción maligna de la
sociedad futura, muestra en qué sentido es ya imperfecta en el presente. Lo apocalíptico refleja las quiebras del propio presente, fruto de las experiencias traumáticas no superadas del pasado que han llegado a nosotros como pecios del naufragio totalitario y colonial. Todavía no hemos asumido ni somos capaces de reconocer esos inmensos fracasos de la política, preferimos expulsarlos al futuro, es decir, incapaces de comprender nuestra herencia la entregamos maltrecha y falsificada para que la carguen, con el mismo anhelo de redención, las futuras generaciones en un horizonte desolador. Una vez más, los falsificadores y su condena.

El pensamiento, escribe Hannah Arendt, todavía es posible, y sin duda real, siempre que los hombres vivan bajo condiciones de libertad política; por desgracia no existe otra actividad humana tan vulnerable a la asfixiante falta de libertad. Libertad como bombona de oxígeno. Precipitadamente se cree que lo peor de las tiranías es la represión que ejercen sobre la acción política y los derechos individuales, pero todavía es mayor la impotencia a la que someten al pensamiento; de hecho es mucho más fácil actuar bajo la tiranía que pensar bajo su yugo. Cabría reflexionar si la manía distópica no nos advierte de ese mismo efecto inhabilitante en las democracias liberales, que ingenuamente creíamos totalmente despojadas de autoritarismo y su desprecio por la vida humana. Hoy se anuncia la muerte de la educación como se anunciaron tantas otras muertes a lo largo de la historia: la muerte de la novela, la imposibilidad de escribir poesía después de Auschwitz, el fin de la historia y el eclipse de las ideologías tras la autodisolución de la URSS, la muerte de Dios en el Siglo de las Luces, y la muerte del hombre y la verdad sustituidos por la Estructura y los juegos lingüísticos. La actual tentación distópica es simplemente la enunciación de otra de esas muertes metafóricas (con consecuencias reales, el mundo político está hecho de ficciones operativas) y su indispensable renacimiento bajo otras formas. ¿No sucede que las hiperbólicas proclamas de una debacle educativa inminente son un modo sutil de inhabilitar la verdadera crítica racional contra su autodemolición?, ¿no serán el utopismo y distopismo educativo un binomio inseparable, elementos de un mismo proceso de degradación más general y en cierto aspecto externo? Muere quizá la educación clásica en
conocimientos, memoria, tradición y erudición occidental, sentido común y autoridad
intelectual, ya malherida por la indolencia de sus antiguos defensores, y aparece la antienseñanza, nace la nueva educación asistencial, tan fatua y necia como sus aliados. Con ello se pierde la épica del aprendizaje, la aventura del saber por el gusto desinteresado, la pasión por el conocimiento duro, el aprecio por la verdad y el pensamiento fuerte, el placer de recordar y la curiosidad intelectual. Y se gana una leyenda rosa: la absoluta y estúpida felicidad inmediata, el bienestar superficial, la educación emocional y utilitaria, una pecera de autoengaños narcisistas y ficciones sentimentales, el victimismo, y el remunerativo juego del agraviado. La ambigüedad y el gozo del saber se sustituyen por la certeza apática del autoconsuelo.

Sobre esta humillante claudicación en la educación le quise escribir al filósofo y profesor
J.Jorge Sánchez: “El mito educativo supone una totalización política según la cual podemos
invertir el mundo, cambiarlo y transformarlo desde las aulas fabricando al «nuevo alumno»
como si fueran la tabula rasa, el lienzo en blanco, o la pizarra vacía donde dibujar ciudadanos perfectos, al estilo del «hombre nuevo» comunista o el nuevo hommo economicus del capitalismo. Aunque enmendaría la plana a los que caen en ese mismo Mito educativo pero inverso: reproducen lo mismo que critican pero desde lo Distópico. Si bien los utopistas educativos creen que puede construirse una sociedad mejor, más humana, justa y feliz desde la educación incapacitando al alumno intelectualmente y destruyendo los contenidos y la autoridad, para mostrarles el arte de vivir y sentir, del mismo modo me parecen cuestionables, y tan peligrosos, los Distópicos educativos que creen que con las nuevas leyes, estilo LOGSE, nos espera un mundo peor, infeliz, más cruel y desigual, o que nos hemos cargado la educación simplemente con leyes educativas de gobiernos desnortados y delirantes que producen como resultado perfectas marionetas para el capitalismo o la idiocia pedagojista y terapeutica. Como si meter las manos en la educación y pervertirla fuera manipular la naturaleza humana. Caen, a mi juicio, en el mismo Mito eugenésico de la educación. Ni lo uno, ni lo otro. Sencillamente saldrán más idiotas y analfabetos funcionales con todas sus peligros (quizá más de los que ya existían, ¡y no eran pocos antes!) pero no más anti-ciudadanos, inmorales e iliberales de lo que
ya eran antes por efecto y desgracia de las viejas ideologías y religiones políticas, incluido el neoliberalismo”.

Julián Marías en su artículo Monederos falsos recordaba que en los billetes del Banco de
Francia había una inscripción de advertencia para los delincuentes que decía: “los falsificadores serán condenados a trabajos forzados a perpetuidad”. Lo cual tenía su gracia, el falsificador tenía que dictar su propia sentencia en el billete que falsificaba. ¿A quién no le atrae esa imagen al pensar en nuestros queridos educadores terapéuticos y pedagogos competenciales? Para que proliferen estos falsificadores del conocimiento tiene que haber desaparecido toda aduana intelectual y moral. Lo grave no es solo que se acuñe un falso saber, eso siempre ha sucedido, sino que socialmente seamos incapaces de identificarlo y desactivarlo. La hegemonía de los falsificadores expresa algo más general: la derrota del pensamiento.

___

Yeray Rogel Seoane (Barcelona, 1993), es licenciado en Filosofía por la UB. Editor de los blogs La víbora celta y Crónicas del desengañodedicados al análisis y crítica cultural del mundo político y la sociedad mediática. Actualmente prepara un ensayo biográfico (recogiendo la vida y obra de Gregorio Morán y Santiago López Petit) sobre la memoria política y cultural de la Transición.

«Las humanidades frente a la cursilería educativa»

Fòrum Episteme presenta «Las humanidades frente a la cursilería educativa«, con el doctor en filosofía y escritor Enrique Gómez León, quien recientemente acaba de publicar Mamotretos y armatostesPresentación del cursifacha (Varia Editio, 2022) un libro tan repleto de sentido del humor como de profundidad de análisis. Con él y junto a la intervención de Xavier Massó Aguadé, catedrático de filosofía y escritor, conversaremos el próximo miércoles 26 de abril a las 18:30 horas.

 

Las Humanidades no están de moda en los sistemas educativos. Bien al contrario, su progresiva retirada de los planes de estudio o su marginalidad argumentada a partir de la «innovación», lo «competencial», la «empleabilidad»… devienen uno de los mayores contrasentidos educativos: dar la espalda a saber quiénes somos y de dónde proceden nuestras raíces culturales.

Pero ¿Hay algo más cursi que la renuncia a las propias señas de identidad de la cultura y de la tradición educativa occidental? Los actuales poderes pedagógicos así se lo han propuesto.

Nos encantará contar con su asistencia y participación que puede reservar de forma gratuita en este enlace o clicando sobre las imágenes:

Bullying al patito feo

Foto: ArtisticOperations / Pixabay

El sistema escolar fomenta la educación emocional, la competencia ciudadana, personal y social, el trabajo cooperativo, la prevención de la violencia, los valores democráticos… pero tal vez no es suficientemente eficaz para atajar de raíz, sin dilación, situaciones de injusticia que se ensañan con niños y adolescentes castigados por el capricho de sus compañeros. El bullying no es un problema moderno, pero resulta escandaloso que se siga repitiendo en una sociedad moderna.

 

Josep Otón

En cierta ocasión, un crítico literario le preguntó a Hans Christian Andersen si tenía en mente escribir una autobiografía. El célebre autor de cuentos infantiles le respondió que ya lo había hecho: él era “El patito feo”. Este conocido relato sería una metáfora de la vida de su autor. Un polluelo de cisne criado entre patos es una imagen que refleja cómo, al crecer, pudo hacer brillar su extraordinario talento literario.

Hans Christian Andersen nació el año 1805 en Dinamarca. Era hijo de un zapatero y de una lavandera. Su infancia transcurrió en unas condiciones de suma precariedad. Incluso se vio obligado a mendigar o a cobijarse bajo un puente.

Además, era un muchacho feo y desgarbado, con una enorme nariz y unos pies desproporcionados. Prácticamente no tuvo amigos en su niñez y sufrió acoso durante años. En su juventud, quiso convertirse en cantante de ópera y se trasladó a Copenhague en septiembre de 1819. Una vez allí fue tomado por lunático. Rechazado, se quedó sin nada. Las malas condiciones de su habitación durante el invierno le hicieron perder la voz. Frustrada su carrera musical, fue objeto de burla por parte de sus compañeros.

Ingresó en una escuela, pero dada su escasa instrucción previa, fue enviado con los alumnos más jóvenes. Si a ello le añadimos la antipatía del director, esos años fueron, como más tarde reconoció, los más oscuros y amargos de su vida. Su trayectoria afectiva tampoco cuadraba con los convencionalismos de su época.

Aun así, finalmente alcanzó la fama como escritor y logró alzar el vuelo muy por encima de los que se habían reído de él. Sus cuentos se hacen eco de sus conflictos internos. Es un claro ejemplo de resiliencia al ser capaz de convertir sus desgraciadas experiencias en una oportunidad para desarrollar la creatividad.

Andersen es una víctima del bullying, del acoso infantil, redimido por su propia historia. Su proceso personal recuerda el cuento de la Cenicienta o las peripecias bíblicas de José, vendido por sus hermanos. Ahora bien, se trata de excepciones. El acoso es una experiencia traumática que no se puede edulcorar con un final feliz, más aún cuando en muchos casos el desenlace puede ser sumamente trágico.

Determinados comportamientos ponen en duda la presunta inocencia de los más pequeños. Convertir la crueldad en un juego, sentirse fuerte al humillar al débil o cargar contra el que es diferente son actuaciones propias de la condición humana que deshumanizan a la víctima y al acosador.

Sin embargo, los dos no se encuentran en el mismo nivel. Como sociedad, representada a través de instituciones como el sistema escolar, debemos defender al agredido porque, en muchas ocasiones, es víctima de una doble injusticia. Sufre la violencia y, a la vez, se siente acusado de no saber gestionar un conflicto que le supera. Se problematiza su situación y, con frecuencia, recurre a esconderse avergonzado o, peor aún, se autocastiga mientras los agresores se amparan en la presunta ingenuidad de la infancia.

El sistema escolar fomenta la educación emocional, la competencia ciudadana, personal y social, el trabajo cooperativo, la prevención de la violencia, los valores democráticos… pero tal vez no es suficientemente eficaz para atajar de raíz, sin dilación, situaciones de injusticia que se ensañan con niños y adolescentes castigados por el capricho de sus compañeros.

El bullying no es un problema moderno, pero resulta escandaloso que se siga repitiendo en una sociedad moderna.

____

Josep Oton es catedrático de Historia y secretario de la Fundación Episteme.

El calendario: Un ejercicio de poder

Si se cambia el calendario es para demostrar quién manda (o quién pretende mandar), tal como se ha hecho en otros periodos históricos. Es una manera de echar un pulso con el profesorado, simulando contar con la aquiescencia de las familias. Parafraseando a Orwell podríamos decir: “Quién controla el presente (autoafirmando su poder), controla el futuro (determinando los calendarios); quién controla el futuro, controla el pasado (borrando de la memoria lo que había antes)”.

 

Josep Otón

El calendario es un gran invento de la humanidad. Permite adaptar la vida a las variables climatológicas, así como realizar previsiones con el fin de planificar las actividades y, también, conmemorar acontecimientos significativos para un colectivo.

Las diversas civilizaciones han desarrollado sistemas, algunos de muy sofisticados, para gestionar el tiempo; sistemas que han propiciado grandes adelantos científicos en campos como la astronomía, la botánica o la ingeniería.

Sin embargo, desde el punto de vista sociológico, establecer un calendario es un acto de poder. No explicaré ejemplos históricos para no ofender a nadie, pero es evidente que la implantación de una determinada manera de contar los días es una medida cuyo objetivo es imponer un modelo de sociedad. Preguntas cómo “¿desde qué fecha empezamos a contar los años?” o bien “¿cuáles son las celebraciones principales durante el año?” no son, en modo alguno, cuestiones intrascendentes. Además, recordamos que la jornada laboral de cinco días o las vacaciones han sido una conquista de la lucha de los trabajadores.

El calendario escolar en Cataluña es motivo de una fuerte controversia. A menudo se plantea como un problema de los docentes que no quieren renunciar a sus vacaciones. No es así. Maestros y profesores siempre empiezan a trabajar el primer día de septiembre.

También se argumenta que esta medida promueve la conciliación familiar. Si bien a menudo enseñanza y conciliación familiar pueden ser términos complementarios, el objetivo de la educación no es atender a los niños para permitir que los padres puedan ir a trabajar.

Hay otras entidades cuya función es encargarse de entretener a los pequeños, pero quizás la Administración no se quiere hacer cargo. La educación del tiempo libre está pensada para realizar este cometido: ofrecer actividades durante los fines de semana y las vacaciones.

Por otro lado, como se tienen que mantener los días lectivos, las familias se tendrán que espabilar para encontrar soluciones, no ya los primeros días de septiembre, sino los días denominados “de libre disposición”. Se trasladará el problema de unas fechas a otras.

El curso no empezaba a mediados de septiembre por un motivo arbitrario, sino climatológico. En nuestra latitud, todavía hace mucho calor en septiembre y no se puede estar en unos espacios que no son adecuados. Las aulas están pensadas para ser utilizadas en otras épocas del año. Por supuesto, no basta con instalar algún ventilador.

Quizás sería más fácil organizar durante los primeros días de septiembre actividades de tiempo libre subvencionadas. Además, sería una buena transición para los niños que evitaría el cambio brusco entre las vacaciones con la familia y la enseñanza reglada dentro del aula.

No, si se cambia el calendario es para demostrar quién manda (o quién pretende mandar), tal como se ha hecho en otros periodos históricos. Es una manera de echar un pulso con el profesorado, simulando contar con la aquiescencia de las familias.

Parafraseando a Orwell podríamos decir: “Quién controla el presente (autoafirmando su poder), controla el futuro (determinando los calendarios); quién controla el futuro, controla el pasado (borrando de la memoria lo que había antes)”.

No es un problema de vacaciones, sino de imposiciones.

____

Josep Oton es catedrático de Historia y secretario de la Fundación Episteme.

Actualidad

Sala de lectura

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad