Barcelona acogió el sábado 26 de noviembre el «II Congreso de expertos docentes», organizado por la Fundación Episteme y el Observatorio Crítico de la Realidad Educativa (OCRE), dedicado a «La necesidad social del conocimiento». Celebrado en la Residencia de Investigadores del CSIC, el acto reunió a más de 160 asistentes, en su mayoría profesores, que reclaman más racionalidad, más ciencia y más conocimientos como necesidad académica y social ante las evidentes carencias de los alumnos, reflejadas en los malos resultados obtenidos por nuestros estudiantes y recogidas en los sucesivos informes PISA.
Este segundo encuentro educativo celebrado en Barcelona contó con las ponencias de 16 expertos educativos y la colaboración del Sindicato de Profesores de Secundaria (aspepc·sps), la Asociación de Catedráticos (ACESC), la plataforma valenciana No Als Àmbitsy la plataforma catalana No al Currículum, también conocida como Plataforma en Defensa de la Calidad Educativa.
La mesa inaugural de este segundo congreso quiso reflexionar en torno a estos interrogantes con una clase magistral de Nuno Crato, y la participación de Felipe de Vicente, Irene Murcia y Eva Serra.
• Nuno Crato. Ministro de Educación y Ciencia de Portugal (2011-2015). Licenciado en Economía y doctor en Matemáticas Aplicadas. Profesor de Matemáticas y Estadística desde 2000 en el Instituto Superior de Economía y Gestión (ISEG), Universidad de Lisboa. Lección magistral.
• Felipe de Vicente. Vicepresidente de la Fundación Episteme. Catedrático emérito de Geografía e Historia. Miembro del Consejo Escolar del Estado por el grupo de personalidades de reconocido prestigio. Escritor.
• Irene Murcia. Presidenta de l’Observatori Crític de la Realitat Educativa (OCRE) Licenciada en Matemáticas y en Estadística e investigación Operativa, por la Universitat de València. Máster en Educación Inclusiva, por la UNED.
• Eva Serra. Directora ejecutiva de la Fundación Episteme. Licenciada en Ciencias de la Información (Periodismo). Fundadora del digital Catalunya Vanguardista.
Modera: Felipe de Vicente
Presenta: Eva Serra
Congreso en formato presencial celebrado el sábado, 26 de noviembre de 2022, en la Residencia de Investigadores del CSIC (Barcelona).
MESA INAUGURAL DEL II CONGRESO DE EXPERTOS DOCENTES (1ª parte)
Barcelona acogió el sábado 26 de noviembre el «II Congreso de expertos docentes», organizado por la Fundación Episteme y el Observatorio Crítico de la Realidad Educativa (OCRE), dedicado a «La necesidad social del conocimiento». Celebrado en la Residencia de Investigadores del CSIC, el acto reunió a más de 160 asistentes, en su mayoría profesores, que reclaman más racionalidad, más ciencia y más conocimientos como necesidad académica y social ante las evidentes carencias de los alumnos, reflejadas en los malos resultados obtenidos por nuestros estudiantes y recogidas en los sucesivos informes PISA.
Fundación Episteme
¿Hasta qué punto puede ayudar la ciencia a la educación? ¿Por qué se aceptan políticas educativas sin contrastación? ¿Son realmente ‘novedosas’ las competencias en educación? ¿Es la sociedad realmente consciente de cuanto sucede dentro las aulas? ¿Se debe devolver al docente su libertad de cátedra y su prestigio? ¿Es la educación rehén de un modelo sistémico cada vez más próximo a la posverdad? La mesa inaugural de este segundo congreso quiso reflexionar en torno a estos interrogantes con una clase magistral de Nuno Crato, y la participación de Felipe de Vicente, Irene Murcia y Eva Serra.
Este segundo encuentro educativo celebrado en Barcelona contó con las ponencias de 16 expertos educativos y la colaboración del Sindicato de Profesores de Secundaria (aspepc·sps), la Asociación de Catedráticos (ACESC), la plataforma valenciana No Als Àmbitsy la plataforma catalana No al Currículum, también conocida como Plataforma en Defensa de la Calidad Educativa.
Nuno Crato: Ahora es un buen momento para una revolución científica en la educación
Solicitado desde diferentes foros internacionales para explicar sus políticas educativas, el ministro de Ciencia y Educación de Portugal durante los años 2011 a 2015 Nuno Crato, matemático, investigador y principal artífice del espectacular aumento en el rendimiento académico de los estudiantes portugueses durante ese periodo, inauguró el congreso apelando al diálogo para encontrar soluciones ante los problemas educativos que existen en los países occidentales. Así, refiriéndose a las varias posturas que existen para modificar y mejorar esta situación, criticó la experimentación de la pedagogía competencial frente a la lógica docente y los estudios científicos. ¿Es posible una revolución científica en educación?, lanzaba como propuesta.
Crato inauguró el congreso apelando al diálogo para encontrar soluciones ante los problemas educativos que existen en los países occidentales
Crato inició explicando la experiencia natural que se dio durante el periodo de pandemia y cómo, en esta situación inesperada, algunos pedagogos vieron en ella «una oportunidad extraordinaria» para desarrollar la enseñanza virtual. «Antes de la pandemia -aseguró- ya sabíamos que la educación en remoto no funcionaba bien, gracias a estudios realizados en EE. UU. donde se mostraba menos eficaz que la presencial; al igual que sabíamos que los niños no son nativos digitales, como se acostumbra a decir, y que tendrían dificultades». Así, quiso referirse a la formación evolutiva de millones de años hasta llegar al cerebro humano para desmentirlo, tal y como recogen diversos artículos que citó como el de Stanislas Dehaene, ‘Apprendre! Les talents du cerveau, le défi des machines‘, Ed. Odile Jacob, París, 2018. «Es una tontería pensar que el cerebro cambia en 20 años», apuntilló Crato, quien, además, se refirió a otro estudio holandés realizado durante el confinamiento que concluye en que «todos los alumnos perdieron en todas las disciplinas».
La ciencia desmonta mitos de la corriente pedagógica actual
Otro de los mitos que Crato quiso desmentir fue el de «multitareas o multitasking». «No sería necesario que los psicólogos investiguen sobre esto» -sugirió- explicando que el cerebro fija su atención en una sola cosa y al alternar tareas se pierde tiempo y eficacia. Paralelamente, en una revisión sobre las llamadas «competencias del siglo XXI», el matemático e investigador portugués afirmó que el pensamiento crítico, la creatividad, las actitudes y los valores, al igual que las competencias generales, no se pueden desarrollar sin conocimientos. «La psicología cognitiva no existía en los tiempos de Piaget -apuntó Crato- y hoy se sabe lo que antes se ignoraba«, para añadir también que el desarrollo de las neurociencias nos irá aportando nuevos descubrimientos con relación al aprendizaje del cerebro.
El matemático e investigador portugués afirmó que el pensamiento crítico, la creatividad, las actitudes y los valores, al igual que las competencias generales, no se pueden desarrollar sin conocimientos
Respecto a los sucesivos informes de PISA, Crato subrayó la importancia de evaluar los datos, con independencia de las interpretaciones que el propio estudio acompaña puesto que se dan diferencias entre los prefacios y los resultados. Así, mientras algunos países (asiáticos) apuestan por los datos, otros (los occidentales) lo hacen por las competencias, relegando a los conocimientos, -un error a su juicio-. «Las competencias no pueden organizar el conocimiento«. «El conocimiento y las competencias son indisociables, como la clara y la yema en una tortilla», quiso ejemplificar, y apeló a la importancia de contar con un currículum estructurado que organice ambos aspectos, pero acentuando que «sin conocimientos no se obtienen competencias» y que son las asignaturas las que pueden organizar el currículum.
Buenos resultados y equidad no son objetivos contradictorios
Con relación a la escuela inclusiva, «Tampoco es positivo reducir las desigualdades rebajando el nivel» -advirtió consciente de su ‘incorrección política’-. En este sentido, comentó que en varios informes internacionales se comprueba que «resultados y equidad» no son objetivos contradictorios: «Cuando mejoran los resultados, también mejora la equidad, eso se puede ver en datos de Chile, Finlandia, Portugal, y Taiwán» y añadió que cuando estamos discutiendo sobre las desigualdades debemos saber si se formularán en positivo o en negativo. «Se trata de ayudar a quienes tienen más dificultades, no de bajar el nivel de los demás».
En varios informes internacionales se comprueba que «resultados y equidad» no son objetivos contradictorios: «Cuando mejoran los resultados, también mejora la equidad»
Crato quiso referirse también a la repetición de curso, destacando los elevados porcentajes de nuestro país, y comentó que la actual tendencia de eliminarla administrativamente tampoco coincide con el planteamiento más eficaz. «Lo importante, insistió, es ayudar a los alumnos con dificultades manteniendo la excelencia». Analizando PISA en todos sus sucesivos informes se puede comprobar que los países que eliminaron exámenes empeoraron mientras que aquellos que los introdujeron, mejoraron, apuntó.
Tras estas exposiciones, Crato reitera que los fundamentos deben ajustarse al «currículum exigente basado en los conocimientos con asignaturas fundamentales y a una evaluación rigurosa con apoyo a los estudiantes con mayores dificultades».
¿Alumnocentrismo o maestrocentrismo? Hay resultados
La defensa del aprendizaje por autodescubrimiento fue otro de los temas que el ministro portugués quiso matizar. «Algunos teóricos argumentan que la enseñanza directa no es buena, pero los datos del informe PISA de 2015 (recogidos también en el libro de Nuno Crato, Improving a Country’s Education: PISA 2018 Results in 10 Countries, Ed. Springer), comprueban que uno de los enfoques más desfavorables es el alumnocentrismo, en contra de lo que sí funciona: el maestrocentrismo. «El aprendizaje por autodescubrimiento no es eficaz -dijo-, es mejor que el profesor explique las disciplinas y oriente las experiencias».
«Hay un modelo del cerebro que dice, esencialmente, que enseñar es enriquecer la memoria a largo plazo y la memoria reside en el conocimiento. Si no se piensa no se memoriza»
El investigador y matemático portugués subrayó que «Hay un modelo del cerebro que dice, esencialmente, que enseñar es enriquecer la memoria a largo plazo y la memoria reside en el conocimiento. Si no se piensa no se memoriza». Y matizó que para memorizar no se trata de acumular datos como lo haría un ordenador, sino de introducir esquemas de pensamiento: teoremas, argumentos filosóficos, causas históricas… «El sistema sensorial procesa solo una parte de la información y debemos concentrarnos en lo que estamos haciendo para retener a largo plazo. Las actividades, distraen. La actividad cerebral es lo que importa«.
El exministro de educación de Portugal sostiene que «Ahora es un buen momento para una revolución científica en la educación«. En plena revolución científica como la que vivimos, donde la investigación cada vez ocupa un mayor estatus y contribuye a mejorar muchos campos del saber sería interesante que también la enseñanza se pudiera beneficiar de ella, en el empleo de la razón como método de construcción del conocimiento, mediante la comprobación y el análisis. Una propuesta que parece abrirse camino entre los profesores que defienden la enseñanza contrastaday de calidad. Tal y como dijo Milton Friedman: «Uno de los mayores errores es juzgar las políticas y los programas por sus intenciones, en lugar de por sus resultados», recordó Crato.
Felipe de Vicente: El intervencionismo incide en la libertad de cátedra
El vicepresidente de la Fundación Episteme, Felipe de Vicente, comenzó por referirse a un artículo de Gregorio Luri, titulado ¿Qué significa educar?con relación a la convocatoria, por parte de la Comisión Europea, que nombró a un grupo de expertos para definir qué significa «educación». «Parece mentira -dijo De Vicente- que a estas alturas los representantes europeos, no saben todavía lo que es la educación. En ese desconcierto nos movemos desde hace años». Así, definió que la educación pasa por la transmisión de conocimientos y que este principio parece estar diluido en una degradación general del saber, especialmente el humanístico, almidonado por referentes de la pedagogía actual.
Felipe de Vicente quiso criticar al intervencionismo de las leyes educativas que inciden directamente en la libertad de cátedra, recogida en el artículo 20 de la Constitución
El catedrático emérito de Geografía e Historia y miembro del Consejo Escolar del Estado hizo una revisión histórica sobre el nacimiento del sistema educativo europeo. «En la vieja Europa comenzaron a sistematizarse los saberes». Tras un recorrido sobre los comienzos de la educación europea De Vicente, quiso subrayar también que, desde sus inicios, «la educación ya era por competencias«. Así, comentó que no solo existía la clase magistral sino también el debate y el desarrollo de habilidades y actitudes. «En ese primer currículum europeo estaban presentes los conocimientos, las habilidades y las actitudes, primando los primeros». El historiador y escritor quiso remarcar el erróneo concepto de «novedad» empleado por la pedagogía actual que, en vez de modernizar la educación, ha enterrado a los conocimientos bajo «ocurrencias fáciles y experimentos sin contrastación». De Vicente quiso también criticar al intervencionismo de las leyes educativas que inciden directamente en la libertad de cátedra*, recogida en el artículo 20 de la Constitución española. Sección 1.ª «De los derechos fundamentales y de las libertades públicas».
* La libertad de cátedra es, en palabras del Tribunal Constitucional, «una proyección de la libertad ideológica y del derecho a difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones de los docentes en el ejercicio de su función.
Irene Murcia: Ha llegado la hora de devolver la voz a los docentes
«Por desgracia la maltrecha situación de la educación no es exclusiva de nuestro país», quiso subrayar de inicio la profesora de Matemáticas y presidenta del Observatorio Crítico de la Realidad Educativa (OCRE) Irene Murcia, quien también se refirió a las críticas suscitadas por el empleo de la definición «expertos docentes» utilizada en ambos congresos, el de Valencia y el de Barcelona. «Reclamamos la condición de «expertos» en su sentido etimológico, y de experiencia como condición sine qua non«. Murcia quiso reclamar el estatus para los docentes, negado insistentemente por instancias políticas, mediáticas y sociales. «Arrinconados en las aulas, como en auténticas trincheras, hemos estado asistiendo a la desvalorización pública de la labor del profesorado y creemos que ha llegado la hora de devolverle la voz«, defendió.
«Arrinconados en las aulas, como en auténticas trincheras, hemos estado asistiendo a la desvalorización pública de la labor del profesorado»
En alusión al primer congreso celebrado en Valencia por OCRE, el pasado mes de mayo, su presidenta quiso señalar que «El emperador está desnudo» y apuntó a la necesidad de desmontar las falacias de un discurso pedagogista que, a fuerza de ser repetido, ha calado en la sociedad y en un elevado número de docentes que han acabado por dudar de su quehacer, debido a la coerción ejercida. «Este segundo congreso -dijo- va un paso más allá. Porque queremos trasladar a la sociedad que el conocimiento es valioso«. Murcia animó a que, como sociedad, reflexionemos y trabajemos de manera conjunta sin olvidar que el conocimiento conseguido en la educación pública es lo que ha permitido avanzar a los alumnos más desfavorecidos y que «un buen trabajo de los docentes de cualquier nivel educativo, profesionales, exigentes y justos, favorece a todos«, concluyó.
Eva Serra: La era de la posverdad en el modelo educativo
La directora ejecutiva de la Fundación EpistemeEva Serra, quiso citar un estudio publicado en la revista PNAS, referido a la era de la posverdad, donde sus autores comprobaron que el lenguaje racional vinculado a millones de libros desde 1850, comenzó a descender a partir de 1980siendo sustituido por un vocabulario cada vez más emocional, que se aceleró en el año 2007. Los investigadores de dicho trabajo señalaron asimismo una tendencia paralela de un cambio del lenguaje colectivista a otro individualista.
El despliegue de la posverdad ha calado también en el modelo educativo, desplazando al lenguaje racional y además gira del «nosotros al yo»
Serra advirtió que el despliegue de la posverdad ha calado también en el modelo educativo actual que proyecta las emociones en su discurso, desplazando al lenguaje racional y que además gira del «nosotros al yo», alertando que se trata de un trayecto peligroso en alusión a una pérdida de derechos colectivos en la educación. Asimismo, quiso aclarar la posición de la fundación sobre «el falso debate: «profesores contra pedagogos»» que desvía la atención y no refleja la verdadera naturaleza de la controversia educativa, centrada en un choque de modelos y no, de colectivos profesionales.
Por supuesto, sería un suicidio cultural renunciar al potencial educativo de Internet, pero conviene no olvidar el objetivo pedagógico de la enciclopedia para poder hacer un uso correcto de las nuevas tecnologías. De lo contrario, generaremos incultura a base de saturar de información. Porque la clave de la enciclopedia no solo consiste en aportar contenidos, sino en hacerlo de manera estructurada.
Josep Otón
En 1833, un joven de 16 años obtuvo una beca para estudiar magisterio en la escuela de enseñanza de Versalles. Una vez conseguido el título, regresó a su localidad natal, Toucy, para ejercer como maestro. Sin embargo, los programas y los métodos educativos que encontró le parecían arcaicos y obsoletos. Insatisfecho, pensó que la culpa era suya. Como suele ocurrir, dudó de su capacidad para enseñar. La solución parecía ser recibir más formación. Así que se trasladó a París para asistir a cursos impartidos por expertos en educación.
En 1848, retomó su carrera docente y entró a trabajar en un prestigioso internado. Al poco, publicó su primer libro de texto. Tres años más tarde, el joven profesor, cuyo nombre era Pierre Athanase Larousse, conoció a Augustin Boyer, otro educador decepcionado de la profesión. Juntos fundaron la Librairie Larousse et Boyer. Se especializaron en la publicación de libros de texto y de manuales para profesores. Su línea pedagógica se basaba en el desarrollo de la creatividad y de la autonomía de los alumnos. En 1856 publicaron el Nuevo Diccionario de la Lengua Francesa, el precursor del Petit Larousse.
Sin embargo, planeaban una obra aún más ambiciosa. Comenzaron a trabajar en el primer gran diccionario de la lengua francesa que incluyera todo tipo de datos sobre historia, biografías o geografía. En 1863, apareció el primer volumen del gran diccionario enciclopédico, la Enciclopedia Larousse. La obra fue elogiada por el propio Victor Hugo y pronto se convirtió en un texto de referencia. Se acabó de publicar el año 1876, al poco de morir su impulsor. El Gran Diccionario Universal del Siglo XIX contenía, en orden alfabético, la globalidad de los conocimientos de la época y pronto se transformó en una herramienta fundamental para la educación moderna.
Ahora bien, en realidad, la primera edición de la Enciclopedia, el Diccionario razonado de las ciencias, las artes y de los oficios, se debe al trabajo de Denis Diderot y de Jean Le Rond d´Alembert que la publicaron en París entre 1751 y 1772. Su objetivo era sistematizar el enorme saber que circulaba en la Europa del siglo XVIII y presentarlo de una manera ordenada.
Pierre Larousse dio un paso más y divulgó dentro del ámbito escolar este avance en la transmisión de los conocimientos. No en vano, etimológicamente el término “enciclopedia” nos remite a la idea de una educación global, completa. Como herramienta didáctica, presenta el saber humano desde un punto de vista objetivo, organizado de una manera estructurada y ordenado alfabética o temáticamente.
En cambio, a pesar de tratarse de una innovación educativa, hoy calificar una enseñanza de “enciclopédica” es, sencillamente, desdeñarla. Seguramente porque ha aparecido una rival más eficaz, los buscadores de Internet, Google en concreto. Incluso, se llega a cuestionar el sentido de la enseñanza, y del profesorado en particular, puesto que la información ya está disponible en esta red global.
Ahora bien, pecaríamos de ingenuidad si atribuyéramos al googlelismo una capacidad educativa que no le corresponde. Por supuesto, aporta más información que cualquier enciclopedia convencional y la rapidez en la búsqueda es máxima. Sin embargo, no ha sido creado con una voluntad pedagógica. No deja de ser un libre mercado de la información que escapa de las normas de la academia. Por otro lado, esta información no está suficientemente sistematizada para poder ser accesible y comprensible como debiera. No siempre ha sido seleccionada por especialistas ni por educadores y, por tanto, muchas veces no está contrastada ni tampoco es presentada siguiendo una estructura lógica o una secuencia didáctica.
El orden de aparición de los contenidos no suele obedecer a criterios objetivos. En el mejor de los casos, el buscador pone en los primeros lugares los sitios más visitados, no los más fiables. Y, si alguien tiene interés en que determinadas entradas figuren en un lugar preferencial, solo tiene que pagar.
Por supuesto, sería un suicidio cultural renunciar al potencial educativo de Internet, pero conviene no olvidar el objetivo pedagógico de la enciclopedia para poder hacer un uso correcto de las nuevas tecnologías. De lo contrario, generaremos incultura a base de saturar de información. Porque la clave de la enciclopedia no solo consiste en aportar contenidos, sino en hacerlo de manera estructurada.
____
Josep Oton es catedrático de Historia y secretario de la Fundación Episteme.
En realidad, las 4 C’s educativas son la transposición de las 4 C’s del marketing, los cuatro elementos clave en el proceso de comercialización y venta de un producto: Consumidor, Comunicación, Conveniencia y Coste. A su vez, estas 4 C’s del marketing sustituyen a las 4 P’s que hasta hace poco prevalecían en el mundo de los negocios y que alguien las ha considerado caducas: Producto, Precio, Punto de venta y Promoción.
Josep Otón
Una conocida entidad bancaria catalana con sede en Valencia ha impulsado en los medios de comunicación una campaña sobre las 4 C’s de la educación: pensamiento Crítico, Creatividad, Colaboración y Comunicación. Se trata de una serie de habilidades -definidas por expertos en educación, académicos y líderes de opinión, principalmente de los Estados Unidos- que se consideran fundamentales para el proceso de enseñanza – aprendizaje realizado en las aulas.
Está claro que el mundo del mañana depende de la educación de hoy, como sentencia el eslogan de la campaña. Precisamente por eso hay que ir con mucho cuidado con los experimentos educativos que pueden dar al traste con los logros de una sociedad. O, peor aún, quizá en nombre de la innovación se pretenda realizar un ejercicio de ingeniería social al servicio de los intereses de algunos.
En realidad, las 4 C’s educativas son la transposición de las 4 C’s del marketing, los cuatro elementos clave en el proceso de comercialización y venta de un producto: Consumidor, Comunicación, Conveniencia y Coste. A su vez, estas 4 C’s del marketing sustituyen a las 4 P’s que hasta hace poco prevalecían en el mundo de los negocios y que alguien las ha considerado caducas: Producto, Precio, Punto de venta y Promoción.
Más conocidas entre nosotros son las 4 R’s del tratamiento de residuos: Reducir, Reutilizar, Reciclar y Recuperar. Y en el ámbito del marketing, no podemos olvidar la popular versión hispánica de las 3 B’s: Bueno, Bonito y Barato.
Por supuesto, la coincidencia de las iniciales y el hecho de ceñirse a un número limitado de palabras es una regla mnemotécnica muy útil. Sirve para retener en la memoria los conceptos clave de un ámbito.
Es un recurso muy utilizado en el mundo anglosajón y, a veces, ocasiona algún problema al hacer la traducción a otras lenguas como el español. Esto ocurre con las 4 M’s del proceso de producción: hombre (Man), máquina (Machine), método (Method) y materiales (Materials). Más difícil resulta traducir las 4 D’s de la gestión del tiempo: hacer (Do), eliminar (Delete), aplazar (Defer) y delegar (Delegate). O las 4 L’s, un ejercicio retrospectivo que permite evaluar el trabajo de un equipo implicado en un proyecto: lo que amaron (Loved), odiaron (Loathed), aprendieron (Learned) y anhelaron (Longed for).
Ahora bien, resulta curioso que mientras se está relegando la memoria, “porque en Internet ya está todo”, en cambio, se recurra a esta técnica de neuromarketing para fijar en la mente del interlocutor un mensaje que configura una manera de entender la realidad.
Un buen amigo mío me comentaba con acierto la incongruencia de no figurar el Conocimiento entre las 4 C’s de educación. Parece un sinsentido. Podría haber sido la quinta C. Quizá se ha hecho adrede, como estrategia malintencionada para liquidar el conocimiento impartido en las aulas. O tal vez no nos tenemos que precipitar y atribuir a una maliciosa inteligencia lo que no es más que una torpeza. Como la versión original de las 4 C’s proviene del inglés (Critical thinking, Creativity, Collaboration, Communication) en esta lengua el Conocimiento (Knowledge) no empieza por C. No cuadra en este ardid lingüístico y lo que no cuadra en el esquema prefijado, se desecha.
Y, como estamos con la K, supongo que los diseñadores de esta campaña tienen suficientes conocimientos de Historia para saber que no se trata de una técnica innovadora. En la Alemania nazi se promovían las 3 K’s para las mujeres: Kinder (niños), Küche (cocina), Kirche (iglesia).
La realidad no se puede limitar a cuatro palabras porque se pueden convertir en una jaula conceptual. La educación debe abrir horizontes y la llave, como bien saben los que trabajan en el aula, son los conocimientos.
____
Josep Oton es catedrático de Historia y secretario de la Fundación Episteme.
«Educación para la ciudadanía»conforma, así la recuerdo cuando la cursé, una asignatura María, doctrinalmente blanda e informativa, cuyo objetivo era ofrecer prioritariamente una sensibilidad tolerante y un sentir democrático antes que una comprensión teórica y un conocimiento comparativo real de nuestro sistema político.Apelando a la vaguedad del espíritu antes que a la concreción del intelecto.
A veces la tarea de articulista es tan ingrata y necesaria como la del técnico que desatasca el alcantarillado urbano. El periodo de gobierno de Zapatero conformó un tapón intelectual y se caracterizó por una concepción realmente ilusoria e inocente del mundo: podía existir una política indiferente a los conflictos irresolubles de la realidad y a la certeza de que toda causa humana es imperfecta, puesto que el pensamiento Alicia (así lo definió Gustavo Bueno) procede representándose un mundo distinto al real, no porque aspire a lo irreal sino porque dibuja un mundo al revés, y distorsionado como en los espejos del callejón del gato. El pensamiento Alicia no tiene conciencia de las dificultades que hay que vencer para transformar la realidad, ni admite la terrible fragilidad de la acción humana, ni el carácter impredecible de nuestras elecciones, ni los riesgos que penosamente asumimos en el ejercicio de la libertad. Todo es mucho más sencillo en Alicia, se tiene la voluntad de pasar ese mundo del revés sin atender a los obstáculos, ni responsabilizarse de los errores de cálculo y sus consecuencias, la incertidumbre. Entendida como una forma vulgar de idealismo no resulta una ideología totalmente incoherente e irracional, sino que es una coherente estupidez y una racionalidad inversa, simplista, ingenua e infantil. Reduce la complejidad de los problemas a una noción blanda y débil del pensamiento político que trivializa y banaliza su práctica al negar la irreductible contingencia de la realidad.
Y en esto se diferencia el pensamiento Alicia del modo de pensar utópico. Porque el pensamiento utópico (el “pensamiento Mao”, el “pensamiento Gonzalo”, el de Sendero
Luminoso), aunque también suele representar un mundo maravilloso y desconocido, incluso con excesivas esperanzas estéticas, “otro Mundo es posible”, mantiene la conciencia de las dificultades del mundo real que median para llegar a él, un mundo sin nombre y sin lugar, incluso al precio de una o muchas revoluciones sangrientas. Precisamente la conciencia infeliz de esta dificultad de acceso a otro mundo mejor, cuando está fundada en la misma rareza de las instituciones que se nos ofrecen, sirve para medir la distancia entre la realidad efectiva y la ideal. Y según la experiencia histórica suele ser un abismo terrible en el que el éxito se mide por la cantidad de cadáveres y el grado de desprecio por la vida humana. La utopía puede ser un excelente ideal crítico, de gran utilidad y alcance teórico como referencia para formar un juicio valorativo sobre la estructura de nuestra propia sociedad política y sobre los obstáculos para darle la vuelta, para medir también lo peligroso de las alocadas esperanzas infundadas puestas en los proyectos de transformación, y para medir y analizar la incapacidad de los instrumentos reformadores de los que disponemos. Reformas cuya lentitud y cruel ineficiencia pretenden ser la excusa, en ocasiones justificada, para su sustitución por la aparente plenitud de la Revolución.
En Alicia, sin embargo, no se mantiene la distancia crítica entre el mundo real y el País de las Maravillas, perdiendo la potencia analítica e imaginativa de la razón. Alicia no distingue entre realidad e irrealidad, de la misma manera que la posverdad no distingue entre verdad y mentira, perdiendo así la estima por el rigor comparativo. Alicia es plana y lineal, y tampoco piensa en lo imposible como algo fuera de la realidad sino como algo superfluo e indistinto dentro de ella, como algo integrado en la mejora imparable y automática del mundo; un progreso sin rupturas ni discontinuidades. Gustavo Bueno lo sintetizó con la noción platónica de Symploké, una palabra griega que significa “trenza” y “ensortijamiento de cabellos”. Simploké es una expresión que remite a “entretejimiento”, “composición”, y puede escenificarse con la imagen de dos hoplitas entrecruzando sus espadas en el campo de batalla, dos ejércitos que “entretejen espadas”. Escribe Bueno: << En El Sofista, Platón utiliza la simploké algunas veces para explicar el entrelazamiento de las cosas que constituyen una situación (efímera o estable), un sistema, una totalidad o diversas totalidades, cuando se subraya no sólo el momento de la conexión (que incluye siempre un momento de conflicto) sino el momento de la desconexión o independencia parcial mutua entre términos o secuencias comprendidos en la realidad (…) La symploké se opondrá tanto al monismo holista “todo está vinculado con todo” como al pluralismo radical “nada está vinculado, al menos internamente, con nada”>>. Lo más característico de Alicia es que desconoce y desprecia la simploké que el utopismo necesita reconocer para negarla y superarla, creando otro mundo expresamente para eso.
Durante los años del «zapaterismo», cuando todavía no regía el utopismo educativo, se introdujo el síndrome Alicia en les escuelas con la asignatura “educación para la ciudadanía”. Esta fue defendida por los intelectuales del mandarinato, Fernando Savater, José Antonio Marina, Emilio Lledó o Victoria Camps, entre muchos otros funcionarios reconvertidos en pedagogos de saldo, en contraposición al adoctrinamiento católico que proponía la derecha española. La escuela se compone, a pesar de la enorme confusión en el deficiente diálogo público, de dos elementos complementarios: educación e instrucción (o enseñanza). Cuya relación y coexistencia en un mismo sistema escolar no está ausente de tensiones. La palabra ‘educación’ viene del latín educere que significa conducir, guiar, orientar, aunque también es posible relacionarla con la palabra exducere: sacar hacia fuera, llegando a la definición etimológica de conducir hacia fuera. Y la palabra ‘instrucción’ viene del latín instructio y significa «acción y efecto de enseñar». La educación ofrece un código moral y de conducta derivado de la sociedad en la que se inscribe, una sensibilidad y un vaporoso modo de sentir y percibir el mundo, frente a la instrucción que ofrece conocimientos y contenidos. Ambas son formas necesarias e inevitables del sistema escolar, el único riesgo consiste en cargar a una de ellas de excesiva significación y un sentido impropio de tal modo que produzca un desequilibrio (aunque todo equilibrio sea inestable y relativamente ficticio) en el que una neutralice la función de la otra. Hoy el problema se cifra en la práctica destrucción de la instrucción como transmisión de la tradición intelectual en beneficio de una hiperbolizada educación. Alicia puede rastrearse como el origen de esa infección teórica y como el tierno disfraz de la inmoralidad.
Por definición resulta difícil imaginar una educación para la ciudadanía sin guía y orientación a los valores democráticos: el respeto por el orden constitucional, la preferencia por el pluralismo político y moral, la tolerancia religiosa, y la estima -disfrazada de pedagógica e indulgente explicación- por los derechos civiles y las libertades públicas (de conciencia, acción, asociación, expresión, sexualidad, pensamiento y movimiento) que cualquier democracia liberal presupone. Y todo lo que induzca a un atentado contra esas libertades, una vulneración de derechos o una amenaza del pluralismo será censurado según la lógica de todo magisterio, del mismo modo que en una clase de ciencias naturales se censura con suspensos a los defensores del creacionismo, a los que creen en seres biológicos inmortales o que la tierra es plana. «Educación para la ciudadanía»conforma, así la recuerdo cuando la cursé, una asignatura María, doctrinalmente blanda e informativa, cuyo objetivo era ofrecer prioritariamente una sensibilidad tolerante y un sentir democrático antes que una comprensión teórica y un conocimiento comparativo real de nuestro sistema político. Apelando a la vaguedad del espíritu antes que a la concreción del intelecto. Se concluye, no sin rubor y un ligero temblor en el cuerpo, que la educación por su propia naturaleza es doctrinaria, y por lo tanto adoctrina.
___
Yeray Rogel Seoane (Barcelona, 1993), es licenciado en Filosofía por la UB. Editor de los blogs La víbora celta y Crónicas del desengaño, dedicados al análisis y crítica cultural del mundo político y la sociedad mediática. Actualmente prepara un ensayo biográfico (recogiendo la vida y obra de Gregorio Morán y Santiago López Petit) sobre la memoria política y cultural de la Transición.
Tertulia con los dos coordinadores y escritores del libro La educación cancelada (Ed. Sloper, 2022), Andreu Navarra y David Rabadà, con Joan-Carles Mèlich y Xavier Massó. Webinar con cuatro autores de esta publicación ideológicamente plural y educativamente cohesionada. Miércoles, 19 de octubre a las 18:30 h. en Fòrum Episteme.
Para acceder al webinar clica sobre la imagen:
• Andreu Navarra. Profesor de secundaria y profesor de Historia de la Cultura Contemporánea en la Universitat Oberta de Catalunya.
• David Rabadà. Profesor y divulgador científico. Doctor en Ciencias Geológicas por la Universitat de Barcelona.
• Joan Carles Mèlich. Profesor titular de Filosofía de la Educación en la Universitat Autònoma de Barcelona.
• Xavier Massó. Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, y licenciado en Antropología Social y Cultural.
Modera: Eva Serra, directora ejecutiva de la Fundación Episteme.
Fórum en formato seminario virtual “webinar” celebrado el miércoles, 19 de octubre de 2022.
Tertulia con los dos coordinadores y escritores del libro La educación cancelada (Ed. Sloper, 2022), Andreu Navarra y David Rabadà, con Joan-Carles Mèlich y Xavier Massó. Webinar con cuatro autores de esta publicación ideológicamente plural y educativamente cohesionada. Miércoles, 19 de octubre a las 18:30 h. en Fòrum Episteme. Inscripciones gratuitas y abiertas aquí.
«El conocimiento está siendo arrancado de nuestro sistema educativo por medio de imposiciones y pseudociencia. La Educación cancelada se propone empezar a revertir esta situación a través de la reivindicación del Conocimiento Poderoso. La política educativa se halla ante el mismo escollo desde hace décadas.
Todos los participantes en este libro describen cómo la transmisión de conocimientos se ha devaluado en nuestros centros de enseñanza
Dieciséis expertos en educación están de acuerdo, y desde geografías e ideologías distintas, sobre dónde se halla dicho escollo. Es más, todos los participantes en este libro describen cómo la transmisión de conocimientos se ha devaluado en nuestros centros de enseñanza en un contexto que abandona a nuestros futuros ciudadanos, especialmente a los más desfavorecidos.
El ascensor social que era la educación pública ha muerto y la administración se obceca en valerse de hipótesis educativas sin aval científico. Bienvenido a esta propuesta que aspira a barrer, con la educación lógica, la demagogia pedagógica. La educación cancelada no es una metáfora, es el espejo mismo del declive de nuestro sistema educativo». (Ed. Sloper).
El acto tendrá lugar el próximo miércoles, 19 de octubre a las 18:30 horas. Puede realizar su registro eneste enlace. (Registro gratuito). Seminario en español.
Toda educación es una forma, más dura o más sutil, de adoctrinamiento, sea democrático o cristiano, y conviene no autoengañarse al respecto. Educar cívicamente implica enseñar virtudes públicas y la formación de un espíritu democrático en el hombre para lanzarlo a un régimen democrático de convivencia, a la vez que conforma el carácter y una personalidad moral como modo de estar y sentir en el mundo.
No hay nada tan fascinante y a su vez tan estéril como el momento de fundación de los mitos nacionales. También entonces, al modo de la Yourcenar con su Adriano, los dioses habían muerto y Cristo todavía no había nacido. Fueron unos años frágiles y empíricamente cortos, aunque la servil historiografía académica y el mundo simbólico de los mandarines los engrandeció hasta el hartazgo, magnificando y distorsionando de un modo tal los hechos y su significación política que pareció relativizar los terribles efectos de la larga y brutal duración de la dictadura.
Comenzó el 20 de noviembre de 1975 con la muerte por vejez y en cama del dictador Franco -casi todo empieza de algún modo con la muerte o en la cama- y no podemos decir con la misma certeza cuando terminó. Quizá el baile esté entre el referéndum de 1978 sobre la nueva Constitución española indisociable de Adolfo Suárez y Torcuato Fernández Miranda, o la mayoría absoluta del PSOE de Felipe González en las elecciones generales de octubre de 1982. Esta segunda opción parece la más plausible: el retorno de la “izquierda” al poder tras la guerra civil y la impune oscuridad de la dictadura parecía cerrar, de existir, una etapa histórica (aunque no puede decirse que fuera plenamente un retorno de lo reprimido, pues fue el PCE y el sacrificio de sus desdichados militantes, de quórum estalinista, quienes se batieron el cobre en la clandestinidad y no un despeluchado PSOE prácticamente inexistente en la oposición). Fueron los paradójicos, sucios, y esperanzados años de la Transición.
Han pasado más de cuarenta años y todavía sigue fabricándose en el mundo mediático y oficial el mito de una sociedad responsable y consolidada, unos políticos abnegados y entregados a la reconciliación nacional, un falangismo liberal y una oposición silenciosa, un rey valiente y consecuente comprometido con la democracia, unas sólidas instituciones políticas, un patriotismo benigno y una transición modelo para las dictaduras del mundo, especialmente para el comunismo del Este. Algo así como la poética nana de J. A. Goytisolo que me cantaba mi madre cuando niño para dormir: un lobito bueno, una bruja hermosa y un pirata honrado, cuando yo soñaba un mundo al revés. Ciertamente el proceso político salió bien formalmente, se pasó de una dictadura fascista a una democracia liberal, pero no por una conjunción de fortalezas sino más bien de patológicas debilidades.
La democracia en España ha sido históricamente un bien tan extraño y escaso que por muy
mediocre, falsificado y vulgar que haya sido el eficiente procedimiento para su fabricación, la ciudadanía lo interpretó como una forma inequívoca de progreso. El abusivo precio a pagar, la profundidad de las heridas, o el alcance del olvido y sus mentiras fueron costos que la épica del mito se encargó de borrar. Nadie con voluntad de integrarse estaba dispuesto a reconocer que los logros actuales de la aparente normalización democrática (aunque fuese una democracia de baja intensidad dominada al modo autoritario por los partidos) se habían conseguido tras aceptar el blanqueamiento de la autocracia y el borrado del pasado, glorificando a los demócratas conversos inventores del consenso como modelo político: los mismos elementos del régimen franquista que habían creado un agujero negro cultural, económico y civil en su obstinada erosión del país ahora se encargaban penosamente de rehabilitarlo.
El desencanto y el desengaño fueron la gramática sentimental con la que (el término quizá hiciera fortuna por la película de 1976 El Desencanto, de Jaime Chávarri, aunque el director eligió el título al azar) la oposición de izquierdas se explicó a sí misma la dilapidación del patrimonio político de la clandestinidad y la malograda experiencia del exilio, al tiempo que no sólo se refería al pasado sino que anticipaba el estado anímico del futuro tras las promesas rotas en el proceso de institucionalización y asimilación al sistema de las posiciones radicales. Hoy en día es difícil reconocer a esos personajes sin cinismo ni vergüenza.
Cuando se inició la transición en el mundo educativo todavía no se olía el desencanto y los reformistas tenían dos objetivos tan obvios que adquirían una entidad de verdades incontrovertibles que nadie osaba cuestionar y que duran hasta hoy: una enseñanza igualitaria y la imprescindible identificación entre escuela y sociedad. Ambas aspiraciones, que iban desde lo más filosófico y trascendente a lo estrictamente material y laboral, se basaban en un equívoco del ideal ilustrado y una mala interpretación del legado republicano: pensaban que a través de la educación se podía llegar a transformar la sociedad. En ello iba implícita la superioridad de lo público sobre lo privado, de la sociedad libre sobre las élites, la imposición del laicismo para diluir las normas y métodos heredados del nacionalcatolicismo, y la democratización y apertura de las escuelas sintetizada en la fórmula: “formar buenos ciudadanos”, con el añadido actual del “espíritu crítico”. Estos reformadores no advirtieron que la naturaleza del marco democrático desde el que proponían sus ideales vivía de la ilusión de libertad absoluta que produce la execración del totalitarismo; definiéndose de modo vacío exclusivamente por su oposición a la dictadura y no por los propios contenidos. De esa carencia política y desorientación social surge la confusión entre instrucción (enseñanza) y educación.
Toda educación es una forma, más dura o más sutil, de adoctrinamiento, sea democrático o
cristiano, y conviene no autoengañarse al respecto. Educar cívicamente implica enseñar virtudes públicas y la formación de un espíritu democrático en el hombre para lanzarlo a un régimen democrático de convivencia, a la vez que conforma el carácter y una personalidad moral como modo de estar y sentir en el mundo. La instrucción o enseñanza puede transmitir los conocimientos sin ese adoctrinamiento y dogmatismo y sin abandonar la idea de ciudadanía si la planteamos como “un lugar vacío” o “lugar de cualquier otro”, como una forma abierta e indefinida y no como una forma cerrada y con ideas personales de lo que debería ser un ciudadano.
La distinción, y tensión, es la misma que hay entre política y filosofía: plantearse “educación para la ciudadanía” como una asignatura al margen de la filosofía es sencillamente ideología, por muy educativa y bienintencionada que sea. Sin embargo la mirada filosófica necesariamente abandona el tono de decálogo y pedagogía moral y adopta la distancia crítica que se adentra en la pura enseñanza de conocimientos y pensamiento propios del campo de la historia de las ideas. La enseñanza, de funcionar, es una contraeducación y debería romper el hechizo que esta promete y cree ofrecer al alumno, tanto por parte de padres, gobiernos y escuelas, sobre sus creencias y su propia identidad: creer saber quién es uno mismo, saber lo que uno quiere o desea, saber qué hay o se espera.
A la vista está el ámbito fracasado de la educación tras la transición: de haberse conseguido la ciudadanía crítica no se explica cómo es posible el hermético mantenimiento, para la amplia mayoría de la población, del mito y leyenda de la transición.
Una buena refutación de la confusión se encuentra en El País, 29 de julio de 2007, ‘Educar e instruir’, artículo de Rafael Sánchez Ferlosio, donde se expone la falta de confianza en los
contenidos impersonales de los conocimientos en la medida en que la enseñanza no se conforma con la “instrucción” sino que encarece, casi como más importante, la “educación”.
Ferlosio propone irónicamente lo que los helenos llamaban la asébeia, un cargo criminal en la antigua Grecia por «profanación y burla de objetos divinos», por «irreverencia hacia los dioses del Estado» o por «falta de respeto hacia los padres y antepasados muertos», que se traduce por ‘impiedad’. Y considero que la culminación de toda enseñanza debe ser filosófica, debe consistir en esa burla total de la ilustración impía entendida como asébeia, una impiedad educativa en sentido estricto para que el adulto tras haber terminado el proceso escolar y bajo la sólidas bases del conocimiento incluso pueda ir contra el propio conocimiento, contra sí mismo, y desaprender todas sus certezas sobre el mundo y la realidad, y abandonar su fe civil para replantearse su propia situación y condición humana.
___
Yeray Rogel Seoane(Barcelona, 1993), es licenciado en Filosofía por la UB. Editor de los blogs La víbora celta y Crónicas del desengaño, dedicados al análisis y crítica cultural del mundo político y la sociedad mediática. Actualmente prepara un ensayo biográfico (recogiendo la vida y obra de Gregorio Morán y Santiago López Petit) sobre la memoria política y cultural de la Transición.
Los autores coinciden en plantearnos que aquello que es presentado como una solución puede ser en realidad el problema. La escolarización obligatoria, por sí sola, no garantiza la educación universal. La experimentación pedagógica, autoproclamada innovación, puede agrandar la brecha cultural y reforzar así las desigualdades económicas.
Josep Otón
El sistema educativo parece un automóvil estropeado que requiere ser llevado al taller periódicamente. Se intenta reparar una y otra vez, pero cuesta de ver que haya mejoras reales. Las explicaciones de los mecánicos suenan convincentes, pero las facturas no se corresponden con unos resultados más que deficientes.
Como no se trata de un mal coche, de vez en cuando asoma la duda de si acaso no será el propio taller de reparación el responsable de su mal funcionamiento. Porque todo indica que la educación, con tanta reforma, está empeorando.
La educación cancelada es un libro que denuncia esta perversa paradoja. Ha sido coordinado por Andreu Navarra y David Rabadà. Entre sus muchos méritos está el ser docentes de secundaria y, por tanto, saben de lo que hablan. Insisto en lo de “mérito”, porque en los últimos años la docencia en esta etapa suele asociarse a degradación profesional. No como antaño cuando el prestigio y el reconocimiento social acompañaban este trabajo. Como insinúa David Rabadà, a los profesores de secundaria se les ha relegado a un papel secundario.
Estos dos coordinadores han invitado a un total de dieciséis expertos -la mayoría también docentes- a expresar su opinión sobre cómo anda la educación en nuestros días. Porque con la última ocurrencia educativa, denominada LOMLOE, urge replantearse qué está pasando en las aulas y, sobre todo, qué puede llegar a pasar.
La lectura del libro nos ofrece diversas versiones de la misma melodía. Desde ángulos metodológicos e ideológicos diferentes se nos advierte de la progresiva cancelación de la esencia educativa: la transmisión de conocimientos.
El énfasis en la enseñanza competencial diluye el aprendizaje de contenidos procedentes de las disciplinas académicas. La enseñanza globalizada sabotea la epistemología propia de cada materia. La crítica al enciclopedismo, en favor del googlelismo, puede tener unos efectos devastadores para toda una generación. La utopía digital nos puede acarrear el exilio de la reflexión pausada (Andreu Navarra).
Discutiremos -o discutirán los autores- si se trata de una maniobra espuria del neoliberalismo plasmada en documentos elaborados por organismos internacionales (OCDE, UE, UNESCO…). O bien es fruto de la candidez de un sedicente progresismo que, impotente en su aspiración de cambiar la sociedad, atribuye a la escuela unas capacidades casi taumatúrgicas para prefigurar su particular proyecto cívico.
En todo caso, los autores coinciden en plantearnos que aquello que es presentado como una solución puede ser en realidad el problema. La escolarización obligatoria, por sí sola, no garantiza la educación universal. La experimentación pedagógica, autoproclamada innovación, puede agrandar la brecha cultural y reforzar así las desigualdades económicas.
El texto nos advierte que constituye un grave error epistemológico y pedagógico diseñar el currículo partiendo de las competencias para finalmente desembocar en los conocimientos. El enfoque tendría que ser precisamente a la inversa. Abordar las destrezas y las actitudes al hilo de los conocimientos proporcionados por las materias (Francisco López Rupérez).
Tal vez el objetivo de tanta hiperactividad legislativa no sea arreglar el coche, sino paliar los desaguisados de la anterior reparación. En este sentido, la LOMLOE no sería más que “el enmascaramiento administrativo que sublima por ley el fracaso educativo de la LOGSE” (Xavier Massó).
____
Josep Oton es catedrático de Historia y secretario de la Fundación Episteme.
Más información:
Andreu Navarra y David Rabadà (coord.), La educación cancelada, Ed. Sloper y Fundación Episteme, Palma de Mallorca 2022, 218 páginas
El ministro de Educación y Ciencia de Portugal durante los años 2011-2015, Nuno Crato, explica en el foro de debate telemático ‘Fòrum Episteme′ la importancia del currículo, la exigencia y la evaluación para elevar el rendimiento académico, meta que consiguió en su país durante su mandato. Todas las claves aquí.
Seminario bilingüe en español y portugués.
Para acceder al webinar clica sobre la imagen (Español):
• Nuno Crato. Ministro de Educación y Ciencia de Portugal (2011-2015). Desde el 2000, imparte docencia en el Instituto Superior de Economía y Gestión (ISEG), Universidad de Lisboa. Fue también prorrector de la Universidad Técnica de Lisboa.
Premio Europeo de la Ciencia otorgado por la Comisión europea. En 2008, el presidente Cavaco Silva le nombró comendador de la Orden del Infante Don Enrique y en 2016 Gran Cruz de la misma orden. En 2022 el presidente Marcelo Rebelo de Sousa lo distinguió con la Gran Cruz del Orden de la Instrucción Pública.
Modera: Eva Serra, directora ejecutiva de la Fundación Episteme.
Fórum en formato seminario virtual “webinar” celebrado el miércoles, 21 de septiembre de 2022.
Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.
Más información